Vitoria - Ocho días después de abrirse el mercado de invierno, el Deportivo Alavés desempolvó su talonario y confirmó la llegada de su primer refuerzo invernal, John Alberto Fernando Andres Luigi Olof Guidetti (Stockholm, Suecia, 1992), futbolista sueco procedente del Celta de Vigo que recalará en Mendizorroza en calidad de cedido hasta el final de temporada con una opción de compra a la conclusión de este periodo. En lo que ya era un secreto a voces -el delantero llegó el pasado jueves a la capital alavesa para pasar el pertinente reconocimiento médico y se entrenó incluso con el equipo aunque sin trascender nada al respecto- adquirió ayer rango de oficialidad con el anuncio por parte del club de esta operación. Guidetti fue presentado ayer, con lo que Abelardo podría contar con su concurso incluso de cara al partido de vuelta de los octavos de final de la Copa ante el Formentera, que se disputará mañana en Mendi a partir de las 19.30. Un partido a priori asequible tras el resultado de la ida (1-3) donde el nuevo jugador albiazul podría gozar de algunos minutos.

Sea como fuere, y más allá de las cualidades deportivas del nuevo jugador albiazul, lo que es una realidad es que la llegada de Guidetti a la órbita del Alavés viene acompañada de futbolista atípico, extrovertido y carismático a partes iguales capaz de meterse en el bolsillo a la afición que se tercie -en Vigo apenas necesitó unos meses para convertirse en ídolo de masas- y encandilar al vestuario que le toque defender a partir de un físico extraordinario, una presión alta del balón acompañada de un instinto asesino de cara a gol y una asociación casi perfecta con sus colegas que suele terminar en gol gracias a la calidad que se le supone. Un fornido 9 en toda regla muy del estilo de su compatriota Zlatan Ibrahimovic cuyo volcánico carácter no es sino la acumulación de una serie de experiencias vitales que le han permitido ponderar una serie de valores cada vez más en desuso dentro del fútbol profesional.

aquella infancia en kenia... Según se desprende de varios relatos autobiográficos, fueron dos los hechos que marcaron a fuego lento el temperamento de este coloso nacido en Estocolmo el mismo año que Barcelona se daba a conocer al mundo con aquella histórica Olimpiada de 1992. De un lado, su infancia en Kenia -país al que destinaron a su padre, Mike, un profesor y exjugador de rugby de origen italiano que con el tiempo se convirtió en el director de la escuela sueca de Nairobi- y sus primeros escarceos con el fútbol desde la esfera más pobre. Barriadas de tierra sin porterías donde el balón se golpeaba desnudo, sin zapatillas ni botas de ninguna clase, y donde aquel menudo chico rubio de ojos azules compartía partidos interminables junto a sus amigos negros por el puro placer del juego. “No tienen comida ni ropa, pero cada día dan gracias al Señor por el regalo de la vida”, explicaría años después el fervoroso Guidetti en The Sentinel. Ese sentimiento de justicia vital que profesa y trata de contagiar a quienes le rodean se traduciría años después en la creación de una fundación que lleva su nombre -Guidetti Foundation- y que está enfocada en la generación de recursos para los niños desfavorecidos de Kibera y Mathare, dos barrios marginales de Nairobi con los que el delantero sueco mantiene una relación abierta y casi diaria que le confiere una solemne paz interior.

durmiendo en el coche Su etapa en el país africano tocó a su fin a los 13 años, cuando inició un viaje quizá prematuro en busca del Dorado futbolístico. Arribó por entonces en el norte de Italia, donde se ubica la corriente más poderosa del Calccio, para probar suerte en la Lazio y después en el histórico Inter Milán, donde tenía apalabrada una prueba que finalmente no cuajó. Su llegada en los días previos a esa gran cita coincidió con la celebración de otra cita no menos espectacular como la influyente Semana de la Moda de Milán, un evento que tradicionalmente monopoliza todas las plazas hoteleras de la capital lombarda y dispara los precios de las habitaciones hasta límites que rozan la vergüenza. En este contexto, el joven Guidetti y su progenitor, que viajaban con lo puesto, tuvieron que transformar el habitáculo del Fiat Punto que habían alquilado para moverse por la capital en una improvisada habitación de hotel durante una semana. El esfuerzo no tuvo recompensa pero los Guidetti no se vinieron abajo.

En 2006 regresó a Suecia y volvió al IF Brommapojkarna, un equipo del barrio de Bromma, al oeste de Estocolmo, donde dio sus primeras patadas a un balón antes de hacer las maletas a Kenia. Con este equipo rojinegro, famoso por su academia de formación, anotaría 37 goles en 16 partidos siendo aún un cadete de 14 años que jugaba con juveniles varios años mayores que él, lo que inevitablemente llamó la atención de los clubes más poderosos de media Europa. Sin embargo fue el Manchester City de su compatriota Sven-Göran Ericksson quien se llevó el gato al agua en el verano de 2008 y firmó al joven Guidetti por tres temporadas. En la capital británica conoció y comenzó a sentirse futbolista pero también a experimentar la ingratitud de un deporte que, en su caso, siempre ha estado parejo a relaciones contractuales casi copadas por las cesiones. La primera, con 16 años, de nuevo al Brommapojkarna para poco después, ya en Inglaterra otra vez, al Burnley en noviembre de 2010. Más tarde llegaría la del Feyenoord de Holanda (2011-2012), donde anotó 20 goles en 23 partidos a las órdenes de Ronald Koeman que le convirtieron en un ídolo local antes de que un virus terminara con su estancia en los Países Bajos. Fue éste precisamente el segundo gran episodio que marcó su carrera y sucedió el día que cumplía veinte años. Para celebrarlo, su novia y algunos amigos fueron a celebrarlo a una hamburguesería y posteriormente a un club donde el sueco comenzó a sentirse indispuesto y sufrir violentos vómitos que al día siguiente, en el entrenamiento, su entrenador asoció a una intolerable resaca. Lo que en un principio parecía ser una gastroenteritis de libro se convirtió en una pesadilla que duró 18 meses hasta su regreso a los terrenos de juego. Sin embargo, el problema no quedó ahí, ya que una vez vestido de corto antes de una sesión de trabajo, el delantero sintió que su pierna derecha, entumecida, no respondía, hasta el punto de que poco después se desmoronó en una bicicleta estática y fue incapaz de ponerse los pantalones. Ahí saltaron todas las alarmas. Fue trasladado de urgencia al hospital donde se pudo localizar el origen de todos sus males: un trozo de pollo en mal estado había sido el causante de una infección que unido a los anticuerpos generados por el organismo del propio Guidetti habían provocado un cuadro clínico con el sistema nervioso muy afectado que habían hecho mella en la musculatura de ese cañón que tiene por pierna derecha. Fueron dos años de suplicio hasta que en la 2013-2014 fue cedido de nuevo al Stoke City y un año después al Celtic de Glasgow, donde ganó la Premier League y la Copa de la Liga anotando 15 goles en un total de 35 encuentros. En julio de 2015, finalizado su contrato con el City, se comprometió con el Celta de Vigo, donde de nuevo ha sido incapaz de convertirse en un jugador regular y habitual. El, de momento, último destino de este fornido vikingo es el Deportivo Alavés, la sexta cesión de una prometedora trayectoria donde quizá Guidetti asiente la cabeza y vuelva a recuperar el amor que siente por el fútbol.

comunión con el alavesismo Lo que es seguro es que la llegada del primer sueco en la historia del club ha despertado una gran expectación entre un alavesismo huérfano de un referente claro en ataque tras la marcha el curso pasado de Deyverson, aquel simpático punta brasileño que calzaba los mismos aires tribuneros con los que parece llegar Guidetti ahora al vestuario albiazul. Jugadores sobrados de alma y sacrificio para paliar sus carencias de cara a gol. Si el pasado curso en el Celta apenas marcó nueve goles entre liga y Copa, esta temporada no ha conseguido ver puerta el fornido tanque sueco más que una vez, de ahí que haya decidido poner el contador a cero para ganarse un puesto en la próxima convocatoria de cara al Mundial de Rusia 2018, sin duda una de las principales razones por las que pidió hace semanas salir de Vigo para recalar en Mendizorroza, ansiosa ya de conocer a su nuevo showman, con el que es seguro que empatizará pronto.