Vitoria - El Deportivo Alavés arrastra unos severos problemas ofensivos desde el arranque de la temporada que no ha conseguido disipar en casi ningún momento en todo el curso. Tras su llegada al banquillo de Mendizorroza, Gianni De Biasi centró sus esfuerzos en componer un sistema defensivo sólido sobre el que asentar un equipo competitivo, una aspiración que había cumplido con bastante fiabilidad hasta que todo saltó por los aires con una actuación catastrófica el pasado sábado en Getafe. Una vez más, en situación de desventaja en el marcador El Glorioso sacó a relucir sus graves carencias cuando de construir juego con el balón se trata y acabó quedando a merced del conjunto azulón sin apenas ser capaz de generar ocasiones hasta que los de José Bordalás, ya con el 4-0, levantaron claramente el pie del acelerador. Un capítulo más en el libro de la evidencia de que este Alavés precisa de mucha más mordiente en su ofensiva, para lo que la recuperación de las bandas se antoja como un factor fundamental.

El despliegue por los dos carriles laterales ha sido el argumento de ataque más fiable de este equipo desde el arranque del curso, pero la vía se ha taponado en las últimas jornadas. Los seis goles en Liga y el único que se ha marcado en Copa han llegado o bien como consecuencia de jugadas a balón parado (Santos al Getafe en Copa y al Espanyol y Alexis al Valencia) o como resultado de servicios desde los flancos (Manu al Real Madrid, Munir y Medrán al Levante y Santos al Getafe). Está claro cómo genera peligro este equipo, así que la opción más fiable es tratar de explotar esos argumentos que han dado, al menos, un mínimo rendimiento.

Laterales que no llegan De Biasi manejó a su llegada como primera idea respetar un 4-2-3-1 que ya se venía utilizando anteriormente, con clara incidencia de Ibai Gómez y Alfonso Pedraza desde los flancos. Tras tres partidos, varió su planteamiento hasta el 5-3-2 que ha mantenido en los últimos cuatro encuentros. Buscó potenciar el pasillo central con la presencia en ese espacio del campo de prácticamente ocho jugadores, liberando los dos carriles para una pareja de laterales de larguísimo recorrido.

Mediante dicha disposición, la presencia de los extremos ha desaparecido y su labor de cuchillo ha quedado en manos de los laterales. En la diestra, Carlos Vigaray no ha respondido, ni de largo, a esa exigencia de recorrer el costado sin descanso, mientras que el apagón de Pedraza desde su sensacional primera parte ante el Valencia -el duro golpe que se dio contra las vallas publicitarias, la lesión que arrastra en la muñeca y la exigencia física que tiene en cada partido pueden ser causas lógicas de esta bajada de rendimiento- lo ha pagado todo el colectivo, pues ha supuesto la pérdida del arma de ataque más desequilibrante que venía existiendo hasta entonces.

Ya a la desesperada con el 2-0 en el marcador, De Biasi optó el pasado sábado por variar de manera significativa su discurso al descanso. A la postre no serviría para nada, pero al menos se vio una variante en la idea de juego que durante unos pocos minutos pareció óptima. Perfiló el italiano por vez primera un 4-4-2 y recuperó los extremos con la entrada de Burgui por la derecha -le daría continuidad después con Ibai Gómez- y reubicando a Pedraza en su demarcación original en la banda izquierda.

Pedraza y Burgui o Ibai La variante no dio para mucho -al menos el gol de Christian Santos, con servicio preciso desde el costado de Ibai, reafirmó esa idea del peligro de los extremos- teniendo en cuenta que el Getafe dejó el encuentro visto para sentencia apenas unos minutos después de la reanudación, pero es evidente que por la cabeza del preparador alavesista ya pasa esa necesidad de encontrar piezas que hagan de su Alavés un equipo bastante más peligroso. Sobre todo teniendo en cuenta que este sábado se encara un derbi contra el Eibar en el que la victoria ya es una cuestión imperativa para mantener vivas las esperanzas de la permanencia.

Habrá que ver qué salida -ya sea en forma táctica o de nombres- elige De Biasi, ya que es evidente que los problemas se le acumulan. La vieja historia de la manta corta: destapar los pies y debilitar el entramado defensivo o mantener la cabeza descubierta con una ofensiva falta de argumentos.

Si opta por mantener el actual sistema, lo que es evidente es que los laterales tienen que ofrecer un rendimiento ofensivo mucho más relevante. Si, como parece, opta en cambio por un regreso al dibujo de cuatro defensas recuperando de esta manera los dos extremos puros -Pedraza por la izquierda y Burgui o Ibai Gómez peleando por un puesto por la derecha-, el principal quebradero de cabeza estará en la concepción del centro del campo. Se recuperaría un doble pivote -o triángulo si juega con un mediapunta al uso- en el que no se ha asentado ninguna pareja clara y que también es fuente de enormes dudas entre la obligatoriedad de neutralizar a los rivales y también la necesidad de construir mejor el juego ofensivo. En todo caso, un rompecabezas del que, en buena parte, pueden depender las opciones de éxito alavesistas este sábado.