Vitoria - El Deportivo Alavés estuvo ayer muy lejos de los parámetros mínimos que se le deben exigir a un equipo de Primera División que aspira a conservar la categoría, pero la crítica situación en la que desde hace semanas se encuentra el equipo vitoriano puede servir de sobra como eximente para darle valor al fin, que no es otro que la victoria conseguida, muy por encima de los medios utilizados para conseguirla, que estuvieron lejos de ser los óptimos. Fueron 45 segundos de gloria los que condujeron al, a la postre, decisivo gol de Christian Santos y que fueron seguidos de más de 93 minutos de auténtico sufrimiento con el único objetivo de conservar esa exigua renta que aseguraba la primera victoria de la temporada en Mendizorroza y tres puntos vitales para mantener viva la llama de la esperanza.

Arrancó El Glorioso el partido a todo tren y a los 45 segundos abría Santos el marcador con una volea sensacional. A partir de ahí, el planteamiento de Gianni De Biasi fue tan claro como suele ser su costumbre y los albiazules se dedicaron por todos sus medios, los de dentro y los de fuera del reglamento, a entorpecer el juego del Espanyol. Si se echa un vistazo al resultado final, se podría asegurar que cumplieron con su objetivo, pero viendo las circunstancias del partido no se pueden entender tantas concesiones.

Más que contra el rival, el Alavés peleaba ayer contra sí mismo. Contra su pasado reciente, lleno de fracasos. En otra situación más holgada, un gol tempranero y más de cincuenta minutos en superioridad numérica son factores determinantes para una victoria cómoda. Pero este equipo no está ahora para casi nada y su propio miedo le fue atenazando cada vez más las piernas. Cada segundo que pasaba era un desahogo, pero también incrementaba el temor a un tanto visitante cuando ya no hubiese espacio a la reacción, lo que al final estuvo a punto de acontecer.

El cuadro albiazul no fue capaz de cerrarse bien y concedió ocasiones a un Espanyol que con diez siguió siendo peligroso. Pero lo fue, sobre todo, por la incapacidad alavesista para aplicar anestesia a un partido en el que tenía todo a su favor. Sin balón para aprovechar su superioridad -hace falta mucha más pausa y posesión-, concedió muchas faltas y también ocasiones claras. Pero ayer era su tarde. De la gloria al sufrimiento; y del sufrimiento, a la gloria.