Vitoria - Con la actual situación del Deportivo Alavés, colista de Primera División y con solo tres puntos en su casillero después de las diez primeras jornadas, hay que recurrir a argumentos inmateriales para sostener viva la llama de la esperanza. En estos momentos, esos cimientos sobre los que se apoya la fe son la capacidad competitiva que en casi todas sus actuaciones ha ofrecido este colectivo y también el hecho de que viene de protagonizar su mejor partido de toda la temporada. Clavos ardiendo a los que agarrarse mientras no aparezcan en el casillero los puntos, que serían los verdaderos artífices de la remontada con la que todo el alavesismo sueña. Pero, para poder seguir creyendo, las palabras tiene que dejar paso ya a los hechos. Jugando bien, regular o fatal, lo que cuenta en estos momentos son los puntos de que tan falto anda este Glorioso que pretende irse al tercer parón del curso con las mismas buenas sensaciones con las que alcanzó el último. Entonces, en el estreno de Gianni De Biasi en el banquillo se consiguió el primero, y hasta ahora único, triunfo de la temporada. Una victoria que sirvió para encarar los quince días sin partidos oficiales con un entusiasmo bien diferente al que había anteriormente. Por desgracia, una luz que ahora ha quedado totalmente desvanecida porque la mejoría sobre el césped que se ha visto en los últimos partidos no ha venido acompañada de los tan necesarios puntos para este equipo que tiene que empezar a resucitar desde ya porque el calendario ya corre muy en contra de sus propios intereses.
Al Alavés no le queda otra que seguir dando pasos adelante en esa notoria mejoría en su juego que experimentó ante el Valencia. El cuadro albiazul fue, sobre todo en el arranque de la segunda parte, infinitamente superior al actual segundo clasificado de Primera División, que fue sometido a un acoso en Mendizorroza del que acabó saliendo indemne. Y lo hizo por su capacidad para aprovechar a la perfección dos fallos gravísimos de los vitorianos, que en su situación no pueden permitirse dislates de semejante magnitud que tan bien están explotando sus oponentes.
Una cuestión muy a tener en cuenta ante un Espanyol que es un auténtico especialista a la hora de desactivar a sus rivales y aprovechar su pegada arriba. Tácticamente, el de Quique Sánchez Flores es uno de los equipos mejor trabajados de la máxima categoría, dando continuidad a la tendencia que el técnico comenzó la pasada campaña. Bien lo sabe el propio Alavés, que sufrió en sus carnes a los pericos en sus enfrentamientos directos. Y es que, junto al Real Madrid, lo blanquiazules fueron los únicos que se impusieron a los vitorianos en sus dos duelos ligueros del pasado curso.
Compleja alineación La paciencia para desentrañar el sistema de contención visitante y su peligrosa salida al contragolpe se plantea como factor determinante. Eso sí, la verdadera clave se volverá a dibujar en cada una de las dos áreas, que al final es donde se resuelven los partidos. Ante el Valencia, El Glorioso fue muy superior hasta que tocaba internarse en esas zonas donde el ganador se diferencia del perdedor. Erró en la propia y careció de puntería en la rival, una serie que tiene que variar drásticamente esta tarde para tener opciones de ganar.
Antes del partido tendrá De Biasi que resolver su particular rompecabezas con una alineación que presenta incógnitas de importante calibre. El italiano ha apostado en las últimas jornadas por un sistema de cinco defensas, pero en esta ocasión pierde a Carlos Vigaray, el único lateral derecho específico. Habrá que ver si apuesta en esa demarcación por Alexis Ruano, si opta por una solución de emergencia con un extremo reconvertido y si, en cambio, lo que determina es un sistema de solo dos centrales y opta por reforzar el centro del campo. Tampoco faltan dudad en esa zona del campo, ya que regresa un Álvaro Medrán al que podría ubicar en la zona de máquinas o, de nuevo, adelantarle como pareja de Munir.