Vitoria - El Deportivo Alavés sufrió ayer de primera mano esa máxima que dice que en el fútbol lo únicamente importante sucede en las dos áreas. Un espacio no demasiado grande si se tiene en cuenta la magnitud del terreno de juego entero, pero que es donde en este juego pasa lo decisivo. El Glorioso fue mejor en todo ese verde que es menor relevante, pero el Valencia fue el que se movió con mayor acierto en esos metros finales que determinan la identidad del vencedor y del perdedor en cada encuentro.

En el plano defensivo, el equipo de Gianni De Biasi volvió a pagar caros un par de errores. En esta ocasión, groseros además. El italiano consiguió cerrar el juego de un rival que se vio atenazado y apenas generó más allá de algún contragolpe, pero que después tuvo un acierto brutal para penalizar los contados fallos de los locales. Es lo que acostumbra a suceder en Primera División entre equipos que difieren tanto en cuanto a calidad y a los que la más mínima concesión les resulta más que suficiente para marcar.

Se adelantó el equipo de Marcelino García Toral al aprovechar un balón mal sacado por Adrián Diéguez. El central estuvo soberbio durante casi todo el partido, pero le dio mal el esférico en una acción que acabaría siendo determinante. Andreas Pereira recogió el fallo, puso un servicio sobre Zaza y el italiano machacó con un disparo que, para colmo una vez más, rozó de nuevo en Alexis.

No menos grave fue el error que cometió Rodrigo Ely con el empate restablecido en el marcador y el Alavés atosigando a su rival. En unas de sus pocas llegadas, un servicio desde la derecha le llegó a Rodrigo en situación ventajosa y el central albiazul elevó sus brazos para cerrar el espacio. Error garrafal, ya que el balón le dio en la mano y el penalti, evidente, propició el 1-2 final.

Antes de ese segundo y definitivo tanto visitante, los albiazules habían firmado sus mejores minutos del curso. Ya en la primera parte las internadas de Alfonso Pedraza no acabaron dando resultados positivos, pero en el inicio de la segunda mitad la catarata de llegadas fue abrumadora. El gol de Alexis Ruano -como en Copa, se acertó a balón parado- fue un bagaje muy escaso para un equipo al que le cuesta generar ocasiones y que también tiene un nivel de acierto muy bajo.