Vitoria - Tras los últimos acontecimientos que habían convulsionado al alavesismo y con la perspectiva que ofrece siempre la visita del Real Madrid a Mendizorroza, atravesando una de sus peores rachas pero con el mismo colmillo afilado de siempre, existía cierta inquietud de saber cómo respondería el graderío ante su equipo, si asumiendo un perfil con sabor a resignación ante lo que se venía o plantando cara desde el principio a la espera de poder cuajar el partido perfecto y gozar de esa pizca de suerte que se necesita para salir vivo de este tipo de enfrentamientos. Pues bien, no hizo falta mucho tiempo para disipar las dudas. Volvió a estar presente ayer en Mendi el alavesismo de siempre, ese que avisa que nunca se rinde. Casi 19.159 almas unidas que jalearon y animaron a su equipo de principio a fin, sin descanso ni lugar para el desaliento. Más de noventa minutos largos de pulmón albiazul y machacona banda sonora que incluso dieron para protagonizar reivindicaciones a favor del Procés catalán o para ovacionar a un jugador rival como Marcos Llorente, al que el estadio entero recibió con una sonora ovación cuando saltó al césped en el minuto 70. Para entonces, el partido ya había ofrecido al respetable los tres goles. El primero de ellos, por cierto, un mazazo en el plano anímico cuando apenas se había cumplido el minuto diez pero que apenas se percibió. Porque nada más cruzar el balón la línea de meta de Pacheco, la afición ninguneó como nunca la autoría de Ceballos con vítotes al equipo y al Glorioso. Que mérito tiene esta afición que con lo poco que está recibiendo este año, por no decir nada, no deja de dar cuanto tiene a cambio. Llámese a eso generosidad, llámese afición. Los colores por encima de todo, pase lo que pase. Al fin y al cabo, como rezaba ayer una pancarta colgada a la entrada del estadio, El Glorioso nunca se rinde. Pues eso, albiazul hasta la médula. Y así se llegó al 93, cuando Undiano Mallenco decretó el final del partido. 1-2 en contra y sexta derrota consecutiva. Y ocurrió lo increíble, lo de siempre, lo que ya no es noticia. Que Mendizorraza explotó de júbilo ante sus jugadores, como si éstos hubiesen ganado siquiera la Champions. “Beti zurekin Glorioso, beti zurekin...”.