josean Querejeta es un tipo aparentemente tranquilo, pero hiperactivo con el Baskonia y ahora el Alavés. Reflexivo y celoso de su intimidad, posiblemente se ruborice cuando lea tanto halago. Inteligente para saber que estas líneas están escritas por el amigo y no por el periodista. Aunque el periodista puede decir que llegó a la presidencia del Baskonia con 31 años, situó al club en la elite europea, rescató al Alavés de una deuda que lo ahogaba, lo subió a Primera y lo ha convertido en el equipo revelación del fútbol español, un modelo a imitar para los modestos a las puertas de una final de Copa del Rey ante el poderosísimo Barça. Lucirá corbata en el palco del Calderón, aunque normalmente no acostumbre a hacerlo. Piensa que la corbata es un elemento de distinción para determinados momentos y el sábado es uno de ellos.

A Josean lo conocí en los veranos de Estepona, cuando suele visitar la casa de su cuñado Alberto. Compañero de paseos y tertulias después de comidas o cenas. Solíamos gastarle la misma broma con su suegra: “Lo que tenía que hacer Josean ahora es hacerse cargo del Alavés y meterse en el fútbol. ¡Ese equipo solo lo puede salvar Querejeta!”. A lo que respondió con una carcajada: “¡Solo me faltaba eso!”. Isaura, su mujer, le lanzaba una mirada inquisidora y él decía: “¡No les hagas caso! ¿No ves que están de cachondeo?”. Pero la cabeza de Querejeta y su teléfono nunca desconectan, siempre tienen cobertura. Y llegó el Alavés. Y con el Alavés quiere convertir en realidad otro sueño, como hizo en el baloncesto. Quién le iba a decir que acabaría en Mendizorroza. Conociéndolo, no estábamos tan de cachondeo. Su debilidad son sus hijos. Joseba va camino de mejorar a su padre. Inteligente, inquieto, competitivo y un deportista empedernido: juega al basket, al fútbol, al pádel? En una de esas conversaciones de verano, entre adultos, estábamos a vueltas con la crisis griega. Y Joseba, que todavía no tenía ni proyecto de barba en la cara, me habló de Tsipras y Varoufakis. Un conocimiento de la actualidad impropio para un crío que no tenía ni 12 años, pero que apunta alto. Al menos para superar los 201 centímetros que mide su padre. Joseba es la prueba de que el buen gestor es también un buen padre. Tengo algún recuerdo del Querejeta jugador de baloncesto, de aquel Madrid de los 80 que le ganó la final de la Copa de Europa al Maccabi. Pero conozco mucho más al Josean actual, igual de alto, pero ya sin barba y con la frente despejada y los dedos con las huellas crueles del baloncesto profesional. Es un conciliador nato, capaz de llegar a alianzas con el Barça en baloncesto y conseguir cesiones de jugadores del Madrid para el Alavés. Es de todo menos ingenuo, pero se puede ser dueño de los dos grandes clubes de Vitoria y a la vez ser buena persona. Sus logros deportivos como dirigente los conocen bien los vitorianos. A Josean lo disfrutamos sus amigos? y le envidian sus enemigos.