Sin mordiente. El Deportivo Alavés volvió a ser un equipo serio hasta tres cuartos de campo, pero, y ya van muchas veces esta temporada, le faltó tener mucha más mordiente en su ofensiva para buscar la portería rival. Apenas fue capaz de generar ocasiones de peligro, no probó ni una sola vez as Diego López y ni siquiera tocó a rebato con el 1-0 para tratar de buscar la igualada.

El Deportivo Alavés se ha metido de lleno en un bucle depresivo que gira y gira sin solución de continuidad y empuja cuesta abajo a un equipo que cerró ayer su particular semana trágica. Antes del último parón, todo eran beneplácitos para el equipo de Mauricio Pellegrino, que sin nadie esperarlo se ha metido de lleno en una crisis galopante en el exiguo margen de siete días. El gran rendimiento de este Glorioso a lo largo de todo el curso hacía que una racha así fuese del todo inesperada, pero se trata de un bajón en los resultados que no deja de entrar en la lógica de un recién ascendido. La línea que separa el éxito del fracaso en cada partido es finísima y ni antes era este equipo excelso ni ahora es catastrófico. Lo que es evidente es que hay que recuperar sensaciones, sobre todo en un ataque nulo ayer y que se quedó en blanco por tercera jornada consecutiva, para que el final de temporada no se convierta en un triste dejarse llevar ahora que la permanencia está asegurada.

Cuando parecía seguro el regreso al once de base que no ha perdido ni un solo partido esta temporada, Pellegrino sorprendió de nuevo recuperando la línea de tres centrales, con Rodrigo Ely de nuevo en el centro. Una solución habitual en el arranque del curso a la que ya recurrió en la reciente visita al Real Madrid, pero completamente inesperada en un duelo a priori parejo con el cuadro perico.

El cuadro albiazul volvió a ofrecer en el arranque su versión de equipo extremadamente peligroso a domicilio. Con la tripleta formada por Camarasa, Edgar y Deyverson apretando en la presión desde los primeros metros, Llorente y Manu García sacando la escoba en el centro y Theo y Femenía desplegándose por los costados, el Espanyol se encontró incómodo desde el inicio.

Y es que, además de sus virtudes en la destrucción, los vitorianos se adueñaron del esférico y comenzaron a combinar con soltura, un estilo más habitual en Mendizorroza pero nunca antes desplegado fuera, donde los ataques suelen ser más parecidos a descargas eléctricas. En todo caso, lo que se echaba de menos era la profundidad, pisar el área con cierta sensación de peligro. Hay cosas que no cambian.

Tras esos primeros compases de claro dominio visitante, la balanza se equilibró con el paso de los minutos. El cuadro alavesista no era capaz de concretar ninguna ocasión relevante, mientras que el conjunto catalán buscaba la portería de Pacheco cada vez que tenía opción. Crecían los de Quique Sánchez Flores, mientras que perdían ímpetu los de Pellegrino, que comenzaban a sufrir pasado el ecuador del primer acto.

Un par de veloces arrancadas de Femenía metían de nuevo en partido al equipo, al mismo tiempo que Deyverson comenzaba a calentarse. Lo del brasileño es digno de ver y analizar: tan pronto reparte besos y abrazos a los rivales como se mete en las refriegas más absurdas. Su actitud batalladora es digna de aplauso, pero hay veces que hasta sus propios compañeros -como ocurrió ayer con Laguardia- tienen que frenarle para que no acabe metiéndose en charcos mayores. En todo caso, fueron los locales quienes siguieron ensayando el remate, aún sin puntería, el remate hasta el descanso, al que se mantenía invariable el resultado inicial.

El Espanyol sabía que se jugaba sus opciones de seguir aspirando a Europa y siguió intentándolo en el arranque del segundo acto. Hasta que consiguió hacer diana en una acción afortunada. Una falta buscando a David López que el central golpea con su espalda para dejar el balón muerto en el área para el remate a placer de Piatti. Premio a la insistencia y obligación de reacción para un Alavés apagado.

Casi de seguido, reclamó Edgar, y con razón, penalti por una patada de David López, pero eran los pericos los que seguían poniendo el peligro. En esa tesitura, recurrió Pellegrino a los cambios, tanto en lo táctico como en relevo de jugadores. Recuperó el esquema de cuatro defensas y dio entrada a Vigaray y Romero, que en unos pocos segundos sobre el césped ya generó más peligro que todos sus compañeros juntos en la hora precedente.

Manejó El Glorioso la posesión a partir de ese momento, pero seguía siendo el Espanyol el que ponía el peligro en su interpretación de los contragolpes, aunque ahí aparecía Pacheco para mantener el partido aún abierto cuando se encaraba el esprint final, aunque en esos últimos minutos no se jugó absolutamente a nada y el partido acabó muriendo sin reacción alavesista.

Desequilibrante en la primera parte con veloces incorporaciones desde atrás que rompieron la defensa del Espanyol, pero que después no tuvieron continuidad.

Tras su lesión, vuelve a recordar al jugador del principio del curso al que le costaba muchísimo tomar buenas decisiones en las cercanías del área riva. Sufrió un penalti clarísimo.

Inicio desperdiciado. Como ocurriera el pasado miércoles, volvió a entrar muy bien el Alavés en el partido, pero sus buenas intenciones apenas le duraron de nuevo un cuarto de hora. Además, en esos minutos de superioridad estuvo dubitativo a la hora de encarar la portería rival y no generó ocasiones.

Dominado y sin opción. Tras su buen arranque, el cuadro vitoriano sufrió ante un Espanyol muy serio atrás y peligroso en su ofensiva, buscando remates desde posiciones variadas. Los locales encontraron el gol con cierta fortuna y el Alavés no fue capaz de reaccionar.