Vitoria - El Deportivo Alavés sufrió ante Osasuna un durísimo mazazo que, además de inesperado, supone que en los ocho compromisos ligueros que quedan todavía por delante hasta el próximo 21 de mayo ya no quede nada relevante en juego para la entidad del Paseo de Cervantes. Pese a ello, la sensacional trayectoria de este Glorioso no se puede empañar con un final de temporada de bajas prestaciones. Cierto es que no hay ya un objetivo real al alcance más lejos del que se marque dentro del propio vestuario -al principio del curso fueron 47 puntos, que antes del parón se elevó a los 50-, pero este Alavés tiene prohibido bajar los brazos. Su obligación es concluir la campaña lo mejor que sea posible -potencial tiene de sobra para acabar de mitad de tabla hacia arriba-, ya que eso supone una mejoría en sus condiciones económicas de futuro y, cabe recordar, una desconexión general podría pagarse muy cara teniendo en cuenta que todavía hay una final de Copa del Rey en el horizonte.
El equipo de Mauricio Pellegrino, con su buen trabajo a lo largo de los meses precedentes, se había asegurado ya el mínimo de la permanencia en Primera División, además con mucha más facilidad de lo inicialmente previsto. Una vez finiquitado ese reto con muchas jornadas por delante antes de la conclusión del curso, la ilusión por alcanzar la séptima plaza que al equipo vitoriano le clasificaría para la Liga Europa se había convertido en una ilusión generalizada. No había dudas de que el nuevo reto se presentaba tremendamente complicado, pero el rendimiento de este colectivo daba para algo más que soñar. Las dos derrotas consecutivas en estas dos últimas jornadas han echado al traste una esperanza que numéricamente es aún alcanzable, pero que virtualmente es imposible. Los nueve puntos -en realidad son diez, por el gol average- que tiene la Real Sociedad son una cifra insalvable cuando solo quedan 24 por disputarse y, además, hay un pelotón de equipos intercalados que están más cerca de los donostiarras que los vitorianos.
Los números ya no dan para alcanzar la competición continental a través del torneo de la regularidad -la opción de hacerlo ganando la Copa siempre estará presente-, pero no por ello el cuadro alavesista puede dejarse llevar como si ya no hubiese nada en juego. Pellegrino habló hace unas semanas de ese mínimo de 47 puntos que el equipo se había marcado al comienzo del curso, cifra que elevó hasta los 50 justo antes del último parón del torneo. Con esos números, se podría luchar por entrar entre los diez primeros clasificados, el objetivo permanente que se ha marcado Josean Querejeta de cara al futuro y que podría cumplirse en la campaña del regreso del club a la máxima categoría.
Más allá de quedar en una mejor posición en los anales históricos de la competición, cada puesto ganado supone también una mejoría económica a la hora de encarar el reparto televisivo. La misma no es demasiado sustancial teniendo en cuenta solo el balance de una temporada, pero su importancia crece teniendo en cuenta que a la hora de fijar las cantidades que percibe cada club se tiene en cuenta la media de las campañas precedentes.
la copa, en el horizonte Dejando todo esto a un lado, que ya de por sí no es poca cosa, la presencia en el horizonte de la final de Copa obliga a los jugadores a mantener el pie firme sobre el acelerador. Si el equipo entrase ahora en una mala dinámica -ya se está viendo en otros clubes, que llevan semanas de capa caída- podría no ser capaz de revertir la situación de cara a ese histórico encuentro en el que va a necesitar rozar la perfección para aspirar a levantar el primer título de su nonagenaria historia.
Además, también hay que entrar al valorar el prurito personal de cada futbolista. El que se baje del barco de manera anticipada corre el serio riesgo de no jugar la final. Y, por si fuera poco, individualmente también hay muchos intereses en juego para los propios componentes de la plantilla, ya que no todos, ni mucho menos, tienen por delante un futuro claro y están obligados a seguir dando lo mejor de sí mismos.
Cabe esperar que en este tramo final del curso Pellegrino gane en flexibilidad en sus alineaciones y que reparta minutos más claramente que hasta la fecha y que también se empiece a pensar en la próxima temporada, con jugadores que este año han estado por debajo de lo esperado pero que aún se espera que sean importantes y a los que se intente meter ahora en dinámica positiva. Con todo ello, lo que tiene el Alavés prohibido es bajar los brazos en el esprint final de un curso que ha de cerrar con buenas sensaciones.