Vitoria - Que el Deportivo Alavés se haya quedado once veces sin marcar en los treinta compromisos ligueros que ha disputado -algo más de un tercio- no es ninguna casualidad y tampoco, como se pudo comprobar ayer, depende exclusivamente de la identidad de los jugadores que se encuentran sobre el césped. El Glorioso es uno de los componentes de la Primera División a los que más le cuesta ver puerta y anoche se reafirmó esa sensación de que en algunos partidos perdona demasiado para acabar pagándolo muy caro. Al Alavés le sigue faltando pegada y eso no solo hace tiempo que dejó de ser noticia sino que esa falta de acierto es algo consumado con independencia de quién juegue en las zonas más calientes del área. El problema de este equipo es que no tiene un killer de garantías que evite situaciones de ansiedad y desesperación como las que viene sufriendo el plantel este año. Le ocurrió el pasado domingo en la visita a un Real Madrid al que dejó escapar vivo en la segunda parte con ocasiones de meridiana claridad a cargo de Edgar o Deyverson, y lo volvió a repetir ayer contra un Osasuna, que pudo sobreponerse a esas desacertadas avalanchas vitorianas para acabar llevándose la victoria de su visita a Mendizorroza con un auténtico golazo cuando faltaban pocos minutos.
Los nombres de los componentes del equipo albiazul eran completamente diferentes a los que jugaron el pasado domingo en el Santiago Bernabéu, pero el resultado en la ofensiva fue el mismo. En este caso, los remates más o menos francos de Romero, Dani Torres, Ely y Katai en el minuto 89 tampoco vieron puerta, lo que provocó que la escuadra de Pellegrino firmara su quinto partido esta temporada en Mendizorroza sin anotar un gol. Y eso que tiró casi quince veces a puerta por apenas media docena de los rojillos, pero ayer, como dijo el preparador argentino, salió una noche para olvidar. Una noche que aleja de manera casi definitva el sueño de alcanzar una plazar para jugar el año que viene en Europa y una noche para certificar que este equipo, cuando actúa como local, continúa siendo incapaz de sumar dos victorias consecutivas. La última que había logrado el Alavés fue precisamente en el último derbi ante la Real Sociedad, a la que se impuso por 1 a 0.
katai y romero, protagonistas En consecuencia de todo ello, por segunda jornada consecutiva la afición alavesista se quedaba sin celebrar un gol. Una secuencia que ya se dio en los dos partidos consecutivos a domicilio de la primera vuelta ante Athletic y Celta y que acontecía por undécima vez en la competición liguera esta temporada. Con otros nombres, el Alavés también atacó de una manera diferente. Si lo que es habitual es el despliegue total por las bandas, aprovechando los desdoblamientos de los laterales, ayer se apostó por una mayor circulación por posiciones centrales. Kiko Femenía solo se desplegó en los sensacionales primeros minutos, mientras que Raúl García tampoco se mostró en exceso como acostumbra Theo. En cambio, tanto Óscar Romero como Aleksandar Katai, dos futbolistas que gustan de avanzar con el balón pegado al pie, se convirtieron en protagonistas. Paraguayo y serbio cuentan con una calidad impresionante en sus botas, pero en ocasiones se pierden en la fantasía o en la solución individual sin mirar al compañero.
A pesar de esos defectos, lo cierto es que El Glorioso disfrutó de sobradas oportunidades para marcar. Aunque bien se podría decir que las mismas acabaron siendo escasas viendo los graves problemas defensivos de Osasuna. A la hora de la verdad, tras un arranque excepcional en el que el fútbol fue como una catarata, luego faltó velocidad y sobró conducción. Con el paso de los minutos, el juego se pausó en exceso y solo el balón parado fue alternativa. Ni así, ya que el mal de la falta de puntería afectó ayer de nuevo.