El Deportivo Alavés vivió ayer en carnes propias ese mal que afecta a muchos de los rivales de un Real Madrid que saca un enorme rendimiento de su efectividad al tiempo que hace equilibrios sobre la cuerda floja en defensa. El Glorioso sufrió muchísimo en una primera parte en la que no fue capaz de ofrecer su mejor versión, pero tras el descanso el equipo vitoriano fue fiel a sí mismo, avasalló el equipo blanco, hizo méritos de sobra para puntuar, pero no fue capaz de acertar en alguna de sus ocasiones. Como ocurrió en la primera vuelta, el abultado resultado final es completamente engañoso. No lo hubiese sido siguiendo la tendencia del primer acto, pero es que la segunda parte de los albiazules fue sensacional, evocando de nuevo a sus mejores versiones. Solo la falta de eficacia de cara a la portería de Casilla en alguna de las ocasiones generadas impidió que el premio tuviese forma de puntos, que se escaparon definitivamente en un tramo final en el que el equipo local se aprovechó de los espacios e invalidó la reacción.
Comentaba Pellegrino en la previa que a estas alturas del curso es casi imposible sorprender a los rivales, pero seguro que Zidane torció el gesto cuando vio el once que dispuso su rival. El Flaco recuperó la línea de cinco defensas (5-2-3) con Ely de libre y Toquero en el lateral derecho -Femenía no fue convocado por enfermedad-, el compañero de Manu García en el centro del campo fue finalmente Camarasa -Torres se quedó en el banquillo- y regresó Edgar a la titularidad para buscar un puñal por la banda derecha. Un once con sorpresas por doquier.
Quizá semejante revolución tuvo su peso en un arranque de partido en el que el cuadro albiazul cometió algunos despistes graves. Pérdidas en zonas de compromiso, lentitud a la hora de sacar el balón, posicionamientos erróneos... A los albiazules les costó asentarse sobre el verde ante un rival que arrancó con ímpetu, pero al menos se pudo sobrevivir a esos momentos de sufrimiento en los que se regaló en exceso.
En todo caso, el Real Madrid estaba muy cómodo. Excesivamente cómodo cabría decir. Circulaba sin mayores problemas, apenas se veía amenazado más allá de las proyecciones al ataque de Theo y solo le fallaba buscar posiciones de remate cuando se acercaba al área. El Glorioso no era capaz de hacer daño a su oponente cuando recuperaba la posesión y comenzaba a pasar demasiado tiempo en situación de jaque, incapaz de alejar la sensación de peligro de Pacheco. No hizo siquiera falta que el cántaro fuese demasiado a la fuente. Demasiada incomodidad como para no acabar pagándola. Una conexión entre Carvajal y Benzema, con el delantero partiendo de posición de fuera de juego -de nuevo, una de esas acciones que se perdonan o castigan dependiendo del escudo y del color de la camiseta-, desarboló a la zaga vitoriana y el galo ejecutó el pase del lateral a la media hora para poner en ventaja a su equipo.
El cambio en el marcador no supuso variación alguna en la dinámica de un partido en el que el Alavés no acababa de encontrarse para nada a gusto. Anulada su proverbial capacidad para anular el juego de los rivales y cerrarles los espacios e incapaz de recuperar balones en zonas de compromiso al no ser efectiva la presión, el cuadro albiazul estuvo muy mermado y en ningún momento fue capaz de poner en situación de compromiso a un cuadro blanco que navegaba por el encuentro con absoluta calma cuando se decretó el tiempo de receso.
Le vino bien ese período de reflexión a un cuadro vitoriano que en la segunda parte varió su actitud de manera evidente. Nada más salir, Deyverson disfrutó de una primera ocasión con un cabezazo alto.
El guión había cambiado claramente y el Alavés comenzaba a sembrar el pánico el Bernabéu. Con Toquero y Theo lanzados ya al ataque, el cuadro albiazul volvió a recordar a su mejor versión. La amenaza era ya real, pero había que embocar los disparos. Como uno de Edgar con todo a su favor que el tinerfeño mandó desviado.
El equipo vitoriano acumulaba varias oportunidades desperdiciadas, demasiadas, y se encaminaba hacia un esprint final de ruleta rusa en la que no le quedaba otra que matar o morir. Fue la segunda, ya que los riesgos lógicamente asumidos no fueron en beneficio propio, sino ajeno. En una contra letal, Isco sentenciaba en el minuto 85 y de seguido Nacho ampliaba aún más la renta. Tras el sufrimiento de la primera parte, el perdón en la segunda se acabó pagando con derrota.
Inferior y fuera de juego. El Alavés sufrió muchísimo en una primera mitad en la que le costó asentarse sobre el césped, cometiendo demasiados errores. Parecía que antes o después iba a llegar el gol del Real Madrid y acabó sucediendo en una jugada en la que Benzema estaba en fuera de juego.
Mejoría sin gol. El conjunto vitoriano ofreció su mejor cara al regreso del descanso y comenzó a presentarse con asiduidad en el área madridista. Deyverson y, sobre todo, Edgar disfrutaron de muy buenas ocasiones, pero no fueron capaces de mandar el balón a la red y el equipo albiazul acabó pagando esa falta de puntería.
De menos a más. El técnico albiazul apostó por sorpresa por la defensa de cinco elementos, pero en la primera parte la zaga albiazul tuvo muchos problemas y se cometieron errores graves con el balón. Después del descanso, se recuperó la mejor versión del equipo, se generaron muchas y buenas ocasiones, pero falló la puntería y el Madrid acabó sentenciando aprovechando un contragolpe.
A pesar de que tuvo problemas en los primeros compases, con el correr del reloj se fue creciendo y en la segunda parte empujó al equipo hacia arriba y también tuvo alguna ocasión.
El tinerfeño volvió a recordar a ese jugador que en el arranque del curso casi siempre elegía la peor solución cuando encaraba la portería rival. No se puede fallar tanto.
3
1-0, minuto 31: Benzema. Conexión entre Carvajal y Benzema, que partió de posición de fuera de juego, y el francés empala el centro del lateral a la red.
2-0, minuto 85: Isco. Contra del Madrid, servicio de Ronaldo al desmarque de Isco y el malagueño saca un derechazo cruzado alto e inapelable. 3-0, minuto 88: Nacho. Falta de Bale que Pacheco salva como puede, pero el rechace del larguero lo caza el central para marcar a placer.
Amonestó a Ely (minuto 17) y Manu García (minuto 87).