Vitoria - Dani Torres aterrizó en Vitoria como uno de los principales estandartes del nuevo proyecto del Deportivo Alavés, pero a estas alturas del curso es una de las grandes decepciones del equipo de Mauricio Pellegrino. Avalado por una gran trayectoria en Colombia y con su selección y tras convertirse en el fichaje más caro de la entidad del Paseo de Cervantes, todo hacía indicar que el mediocentro iba a ser pieza indiscutible en los planes del técnico argentino. Una sensación que se corroboró con un buen inicio de curso, pero que se fue difuminando con el paso de las jornadas. De parecer imprescindible a pasar a un segundo plano para, en los últimos meses, ser una pieza completamente residual. Tras haber ofrecido un rendimiento muy por debajo de lo esperado, y cuando aún le quedan por delante tres años de contrato, Torres tendrá mañana en el Santiago Bernabéu una nueva oportunidad de demostrar que puede ser importante en el futuro de un club que también necesita recuperar la mejor versión del pivote sudamericano, que debería ser pieza fundamental del segundo proyecto en Primera División.

El caso del colombiano sirve para constatar que para Pellegrino valores como el trabajo y el rendimiento están por encima de los nombres de los jugadores. Al Flaco no le tembló el pulso a la hora de mandar a Torres al banquillo y tampoco lo hizo cuando ha considerado que ni siquiera tenía sitio en la convocatoria y debía quedarse en la grada. Un proceso de deterioro en la aportación del jugador que ha ido creciendo con el correr del tiempo.

Torres inició el curso como titular indiscutible conformando pareja con Marcos Llorente en el centro del campo. Titular en once de las primeras catorce jornadas -en dos se quedó en el banquillo, jugando solo en una, mientras que en otra más estuvo lesionado-, el mediocentro sacó partido de su buen estado físico tras la disputa de la Copa América y ofreció buenas impresiones en ese primer tramo. Pero, poco a poco, su rendimiento fue empeorando, ensombrecido además por la figura de su compañero en el pivote. Transmitía la sensación Torres de no estar a gusto junto a Llorente, acostumbrado a desenvolverse en solitario en esa demarcación.

Entrado el mes de diciembre, el colombiano desapareció del equipo de cabecera de Pellegrino, en el que se colaba un imperial Manu García. Apenas catorce minutos en los seis siguientes compromisos ligueros, compensados en parte por la presencia en el equipo que en esas fechas era el de base en la Copa.

Precisamente, las exigencias de la eliminatoria contra el Celta, donde Pellegrino varió sus equipos concediendo prioridad el torneo del K. O., le devolvió a la titularidad liguera en los duelos contra Sporting y Barcelona. Su tercer partido como titular en la segunda vuelta fue en Granada, coincidiendo con la ausencia por sanción de Llorente. Desde entonces, ni un solo segundo más en una estadística muy pobre.

Con el madrileño impedido a jugar ante su equipo de procedencia y con Nenad Krsticic aquejado de molestias musculares, Torres tendrá en el Santiago Bernabéu la opción de demostrar su potencial y comenzar a recuperar las sensaciones perdidas en los últimos meses.