Vitoria - El alavesismo todavía tiene en el paladar el regusto de una derrota en Granada en la que el equipo vitoriano se alejó como nunca de sus propios valores para firmar una claudicación de la que se quiere olvidar de manera inmediata. Por fortuna para sus intereses, y para que la cabeza no tenga opción de perderse en vueltas y más vueltas, la competición ofrece en esta ocasión revancha rápida. El Glorioso regresa esta noche a Mendizorroza con el objetivo de recuperar un estilo reconocible y tratar de plantar cara a un Sevilla que en Vitoria aspira a no perder el tren por un título liguero con el que se ha ganado el derecho a soñar gracias a su sensacional trayectoria de la mano de Jorge Sampaoli, nuevo gurú a orillas del Nervión y técnico de moda del momento. Una empresa de calibre mayor en la que las naderías no están permitidas si se pretende sumar una victoria ante uno de los mejores equipos de la competición.

El primer paso que tiene que dar el Alavés es el de recuperarse a sí mismo. En su visita al Granada, con muchas novedades sobre el césped todo hay que decirlo, se olvidó por completo de los valores que le han llevado a protagonizar una campaña de notable con aspiraciones al sobresaliente. Sin compromiso en la presión, sin seguridad defensiva y sin criterio con el balón, durante prácticamente una hora los albiazules fueron unos peleles zarandeados por un rival que pareció ser mucho más de lo que en realidad es. Para muestra, la reacción final tras el gol de Víctor Camarasa, que bien podría haber servido para regresar a casa con puntos en la mochila de haber tenido el equipo un poco de puntería y el colegiado y sus asistentes el ojo más atinado.

Con ese precedente tan reciente en la memoria, lo evidente es que no puede repetirse una imagen semejante. Hacerlo supondría regalar el partido en bandeja de plata a un Sevilla que se ha ganado el derecho de ser considerado como uno de los grandes de esta campaña. Se necesitan compromiso, esfuerzo, seriedad y también ese acierto en el remate que no es compañero habitual cuando se juega en Mendizorroza.

Una de las ventajas para Mauricio Pellegrino es que podrá contar con su equipo de gala, lo que no ocurrió el pasado miércoles. Entonces, el argentino se vio atado de manos, sobre todo en el centro del campo donde faltaban los dos faros de este equipo. El que pone la calidad con el balón no exenta de sacrificio, Marcos Llorente; y el que pone el corazón, la garra y también el empuje desde atrás, Manu García. Con el jefe de la defensa, Víctor Laguardia, también ausente entonces, el desmembramiento del equipo fue evidente y, a la postre, fatal.

Con los mejores argumentos que tiene, el Alavés buscará ante el Sevilla esa victoria que deje sellada la permanencia en la máxima categoría con 36 puntos y también ese nuevo impulso en la búsqueda del mejor puesto posible al final de la temporada en la clasificación. Por lo visto hasta la fecha, el cuadro albiazul tiene mimbres de sobra para estar de mitad de tabla hacia arriba y, de mantenerse la igualdad imperante hasta la fecha, también para mantener presentada su candidatura a una séptima posición que, a estas alturas, permite jugar la próxima temporada en Europa y para la que no hay un favorito fijo.