Manu García no cabía en sí de gozo a pie de campo nada más consumarse la gesta albiazul de la primera clasificación de la historia para una final de Copa. El vitoriano, de nuevo un pulmón en la jornada de ayer y que se hinchó a robar balones en la medular con un despliegue físico colosal, valoró en su justa medida un éxito que sirve para dejar definitivamente atrás muchos años de penurias y desencantos. Por si hubiera dudas, el Deportivo Alavés ha vuelto para quedarse entre los grandes y, además, por mucho tiempo.

“Hemos sabido sufrir y al final hemos tenido la efectividad que demandaba este partido. Sabíamos que iba a ser muy igualado y el que tuviera algo de acierto alcanzaría la final. Nuestra gente nos ha empujado y les damos las gracias. Se lo merecen, han sufrido mucho y este premio es suyo”, destacó Manu con la voz entrecortada y los ojos vidriosos.

Embargado por la emoción, el capitán alavesista admitió que “el Celta me parece un equipazo y nos lo ha puesto muy difícil”, pero contambién sideró que el billete para la final era justo. “Ellos te hacen sufrir mucho cuando tienen el balón. Hemos conseguido igualarles con la posesión y les obligamos a que el encuentro fuera disputado. Lo hemos controlado bastante bien y hemos tenido más ocasiones, pero al final la clave ha sido nuestra efectividad. Si nos hubieran marcado ellos, habría sido muy complicado darle la vuelta”, reconoció Manu.

Sus últimas palabras fueron dedicadas al inestimable aliento de la grada de Mendizorroza, que se convirtió en el duodécimo jugador del Deportivo Alavés a lo largo de los 97 minutos de la velada. “Hemos sido capaces de aguantar con el apoyo de la gente. El público se lo merece. Hemos hecho historia y a finales de mayo buscaremos la gloria, pero esto es ya histórico. Este campo es increíble. Lo que ha madurado esta afición en los últimos años es espectacular. No hay una afición como ésta en Primera y nos dan ese plus que nos hace luchar más. Por ellos hay que dar todo lo que uno tiene dentro”, concluyó Manu, uno de los más aclamados por la grada cuando el árbitro decretó la conclusión del choque. Micrófono en mano, no dudaría en entonar el himno albiazul en uno de los fondos junto a los aficionados en una estampa que quedará para la historia.