Vitoria - El alavesismo tiene cita con otra noche mágica en Mendizorroza, escenario de las últimas grandes alegrías que ha vivido El Glorioso. Ante una afición que se volcará ante uno de los partidos más importantes de la historia de la entidad, el equipo albiazul aspira a repetir en su propia casa momentos trascendentales de su trayectoria reciente. No es que el devenir de este nonagenario esté sobrado de alegrías, pero la mayoría de las últimas que se han producido han tenido el estadio del Paseo de Cervantes como escenario. Un particular teatro que quiere convertirse de nuevo en el marco de los sueños de todo un alavesismo que tiene la final de la Copa del Rey, la que sería la primera de este torneo para el club vitoriano y segunda global contando la de la Copa de la UEFA de 2001, como único objetivo en su horizonte.

Tras pasar por una de las etapas más negras de su historial, el Alavés está viviendo unos últimos años de vino y rosas. Y al impulso ahora imparable de esa poderosa ola quiere seguir subido un equipo que aspirar a repetir celebraciones como las vividas hace no tanto tiempo en Mendizorroza.

La última de ellas data del pasado 29 de mayo, cuando la victoria ante el Numancia con goles de Manu García y Raúl García propició que se completase el camino de regreso a Primera División y el culmen de una campaña espléndida.

Fue es encuentro una fiesta de principio a fin, muy lejos de la tensión que se vivió en el mismo lugar el 1 de junio de 2013. Entonces, El Glorioso de Natxo González se jugaba el regreso al fútbol profesional tras cuatro años de tránsito por el desierto de Segunda B en la eliminatoria final contra el Jaén. El 1-1 en la ida en La Nueva Victoria daba una mínima ventaja a los vitorianos, que resolvieron el ascenso con un gol de penalti de Borja Viguera que puso punto final a una etapa ominosa.

Ese día se cerró un trayecto de prácticamente una década de frustraciones con la única excepción del ascenso del equipo de Dmitry Piterman en 2005. Lo más que se festejó en Mendizorroza en ese periplo fue el milagro obrado ante la Real Sociedad el 8 de junio de 2008, una remontada (3-2) en el tiempo de descuento culminada por Toni Moral cuando el equipo tenía ya los dos pies en Segunda B y que abrió las puertas a una salvación que se consumaría apenas una semana después en Vigo.

Precisamente ante el vecino donostiarra se vivió otro capítulo grabado a fuego en la memoria del alavesismo, la permanencia en Primera de la temporada 1998-99. El 20 de junio de 1999 será recordado por el gol de Julio Salinas con la mano, que unido a otro de Magno fue suficiente para batir a una Real que no puso demasiado por su parte para incomodar a los vitorianos. Fue el día que Javi De Pedro pidió perdón a Mendizorroza por marcar.

Poco más de un año antes, el 5 de mayo de 1998, el estadio del Paseo de Cervantes había vivido su más memorable jornada en muchísimos años. El 3-0 contra el Rayo Vallecano -dos tantos de Manolo Serrano u otro de Sívori- confirmaba el regreso a Primera División tras más de cuarenta años sin pisar la máxima categoría del fútbol estatal y abría las puertas al, hasta el momento, período de mayor esplendor en la historia de la entidad.

En ese periplo, el campo vitoriano acogió grandes partidos europeos durante la primera participación del club en la Copa de la UEFA. Unos octavos de final saldados con un empate (3-3) contra el Inter de Milán dieron paso a dos semifinales que quedaron sentenciadas en los encuentros de ida en la capital alavesa. Al Rayo Vallecano se le ganó 3-0, mientras que ante el Kaiserslautern protagonizó El Glorioso uno de los partidos más memorables de su historia firmando un brutal 5-1, que dejó sellado el pase a la mítica final de Dortmund.

Cierto es que también hay algunas jornadas negras que nadie quiere que vuelvan a repetirse. Por ejemplo, el descenso en 2006 en el descuento de la última jornada. Días para olvidar. Lo contrario a lo que se aspira el próximo miércoles, cuando el alavesismo quiere vivir una nueva noche histórica en su templo. Uno de esos partidos que queden grabados para siempre en el recuerdo y que suponga la rúbrica a una campaña memorable para el Alavés.