Vitoria - La costumbre que ha adquirido el Deportivo Alavés de dejar de puertas para afuera de sus entrenamientos a sus aficionados se rompió ayer con motivo de una sesión que el club decidió trasladar a Mendizorroza, donde la Tribuna de Preferencia quedó abierta para que todos los alavesistas que lo deseasen siguiesen la sesión de trabajo del equipo de Mauricio Pellegrino. Como no podía ser de otra manera, la afición respondió a la oportunidad en unos días muy especiales sobre todo para los más pequeños de cada casa. Ellos son el futuro del sentimiento albiazul y decisiones como la de ayer permiten que la ilusión por el equipo se incremente. Pensar en el futuro y en los aficionados, cuestiones que muchas veces, demasiadas, se olvidan. Porque muchos de los chavales que ayer estuvieron en la grada de Mendizorroza serán los que mañana mantengan viva la llama del alavesismo y recordarán aquellas Navidades en las que sus ídolos vestidos de azul y blanco se les acercaron a hacerse una foto o firmarles un autógrafo con la sonrisa en la boca.
La mañana era gélida -el termómetro señalaba dos grados negativos a eso de las 10.30 horas, aunque en el interior del estadio la temperatura era aún más baja- y un manto blanco cubría el césped de Mendizorroza. No obstante, cuando los jugadores asomaron la cabeza por el túnel de vestuarios un buen número de chavales ya les estaban esperando. Entre ellos, los participantes en el Campus de Navidad de la Fundación 5+11, que les hicieron el pasillo cuando accedieron al verde antes de abandonar ordenadamente el césped al grito casi unánime de “Pacheco, Pacheco, Pacheco”.
Recorrieron los futbolistas el espacio entre el túnel y Preferencia para arrancarse con unos aplausos hacia la grada que los allí presentes correspondieron con una ovación. Mientras que los jugadores comenzaron con el calentamiento, fue Mauricio Pellegrino quien, ajeno al entrenamiento, se paseó por la grada. Toda una muestra de humanidad la del técnico argentino -en este sentido, una persona excepcional que siempre tiene el saludo en la boca y al que le encanta departir de fútbol cada vez que tiene ocasión-, que recorrió toda la zona donde había niños sentados, charló con ellos e, incluso, firmó los primeros autógrafos y se prestó a varias fotografías.
Un incipiente sol rompía la niebla y daba un poco de calor a la grada, aunque no son los niños los que normalmente se quedan fríos. Esa tendencia a no estarse quietos en ningún momento es lo que tiene. Más aún cuando sabía que pocos minutos después iban a poder tener muy cerca a sus ídolos. Para amenizar la espera, allí estaba el Zorro Babazorro, perseguido por los txikis.
femenía, un susto Diseñó Pellegrino un entrenamiento en el que el balón se convirtió en el gran protagonista, por lo que la sesión fue muy entretenida para los espectadores. Además, los jugadores pusieron de su parte, completando jugadas espectaculares y marcando unos cuantos goles.
El susto de la mañana lo dio Kiko Femenía, que en su intento por evitar un remate recibió un fuerte impacto en la tibia, donde se le quedaron marcados los tacos. Un golpe muy doloroso, más aún con el frío, pero sin mayores consecuencias.
Una hora después del comienzo del entrenamiento, el mismo concluía. Los jugadores se iban directamente a la grada donde les esperaban los alavesistas más pequeños. Sonrisas, autógrafos, fotografías, abrazos... Cariño de ida y vuelta entre futbolistas y aficionados en una matinal de pleno disfrute para los alavesistas del futuro.