vitoria - Si hay un nombre identificado en los últimos años con el Betis ese es el de Rubén Castro. El pequeño delantero canario ha encontrado en la capital hispalense el hábitat ideal para desarrollar sus muchas virtudes y sobre su juego -y especialmente sus goles- se han cimentado gran parte de los éxitos recientes del próximo rival del Deportivo Alavés. Una situación que se repite temporada tras temporada y que, una vez más, está aconteciendo en las últimas semanas. Porque lo cierto es que, junto a la llegada de Víctor Sánchez al banquillo para relevar a Gustavo Poyet, el resurgir del insular es la principal explicación de la remontada que está protagonizando un cuadro sevillano que coqueteó peligrosamente con el descenso en el tramo inicial de la temporada. Sin embargo, no todo son luces en la figura de Rubén Castro. También tiene una cara oscura que le ha llevado a verse implicado en asuntos escabrosos fuera de lo deportivo en más de una ocasión. Ángel y demonio al mismo tiempo. Del cielo del césped al infierno fuera de él.

Pese a todo ello, sus méritos futbolísticos resultan incuestionables y El Glorioso sabe perfectamente que tendrá que someterlo a una estrechísima vigilancia si no desea ser un nuevo damnificado de su larga lista de víctimas. Porque lo cierto es que pese a que el pasado mes de junio sopló ya 35 velas en su cumpleaños el canario no ha perdido ni un gramo de pólvora.

Unos recursos que le permiten ser en estos momentos el segundo máximo goleador español de la Primera División con siete dianas en su haber, superado únicamente por las nueve de Iago Aspas. Unas cifras a las que ha contribuido determinantemente su acierto de las últimas semanas. Y es que Castro tiene desde hace tres jornadas una cita obligada con el gol.

Un idilio que comenzó el pasado 25 de noviembre en Ipurua, cuando firmó el tanto del honor verdiblanco en la única derrota que ha sufrido su equipo con Víctor Sánchez en el banquillo. Siete días después, abrió de penalti la cuenta del Betis en el duelo que concluyó con empate a tres ante el Celta. Por último, el pasado domingo, su puntería en el minuto 18 de la contienda ante el Athletic permitió que los tres puntos en liza se quedaran en el Benito Villamarín.

De esta manera, aterriza este viernes en Mendizorroza en plena racha positiva y habiendo dejado atrás parece que definitivamente la serie de nueve encuentros consecutivos en los que no vio portería. Una bajada en su rendimiento que, evidentemente, tuvo su lógica repercusión en la escuadra heliopolitana. Ahora, sin embargo, se vive la situación opuesta y el Betis escala posiciones propulsado por los goles de Castro.

Pero su incidencia en la entidad sevillana va mucho más allá de la aportación del presente ejercicio. En los siete cursos que ha defendido la elástica verdiblanca se ha ganado el apoyo incondicional de los aficionados y, sobre todo, un hueco significativo en la historia del Betis.

El gol ante el Athletic hizo el número 140 de su cuenta particular como bético, lo que le sitúa como el máximo artillero de todos los tiempos con una holgada diferencia. Pero es que, además, le permitió adelantar a otro mito verdiblanco en la clasificación de pichichis en Primera División. Hasta el domingo estaba empatado con Alfonso con 69 tantos pero ahora, ya con 70, ocupa la segunda plaza en solitario a solo ocho de otra leyenda como Poli Rincón. Con toda seguridad, el siguiente récord que añadirá a su historial.

En racha. Rubén Castro ha marcado en los tres últimos compromisos del equipo.

De récord. Con 140 dianas en su expediente, es el máximo goleador en toda la historia de la entidad verdiblanca.

Pichichi. Es el segundo realizador español este curso con siete tantos.

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Goles le separan de una leyenda como Poli Rincón para ser el máxima goleador del Betis en Primera. Lleva 70.