vitoria - Lo destacó Mauricio Pellegrino a la conclusión del partido de hace quince días en el campo del Villarreal (0-2) y lo volvió a repetir el pasado domingo en Mendizorroza tras empatar ante el Las Palmas (1-1): “Fuera estamos teniendo la eficacia que nos está faltando en nuestra casa. Tenemos más ocasiones en Vitoria pero acertamos mucho más en los partidos como visitante. Ahí está la diferencia y eso, de alguna manera, nos permite compensar lo uno con lo otro”. Quizá una peligrosa ecuación que hasta la fecha está resultando primordial para que el Alavés disfrute de una relativa tranquilidad en la zona media de la tabla -actualmente ocupa la 13ª posición con 17 puntos- pero que amaga con saltar por los aires más pronto que tarde si el equipo no es capaz de ofrecer una versión como local que diste y mucho de las vistas últimamente por Vitoria. Porque si ante Málaga y Espanyol sobre todo ya se pudieron ver las dificultades propias de un plantel poco reconocible que se muestra incapaz de marcar el ritmo del partido y cerrar los partidos cuando se pone por delante -en tres de los últimos cuatro partidos como local lo hizo y al final acabó empatando o perdiendo-, y que además se atasca de forma constante, ante el Las Palmas el pasado domingo los problemas ya subieron de nivel, escuchándose a la finalización del partido los primeros silbidos de la temporada en Mendizorroza tras un duelo anodino, carente de intensidad y pegada más allá del gol en el minuto 4 de Alexis y trufado, encima, de una nula capacidad de reacción por parte de Mauricio Pellegrino, cuya gestión del planteamiento táctico y los cambios en el último tramo del partido resultaron cuando menos discutibles.
Fundidos físicamente y carentes de ideas la mayor parte de los jugadores, solo la aparente conformidad del quipo insular con el empate parece que salvó la vida del Alavés, que no gana en casa desde el ya lejano 26 de septiembre, cuando se impuso 3-0 al Granada. Por lo tanto, y visto lo visto, el equipo parece estar jugando con fuego. Porque no solo no gana desde hace meses cada vez que salta al césped de Mendi sino que tampoco da la sensación de querer hacerlo, como se vio el domingo, donde regaló la posesión al equipo de Quique Setién, que mantuvo un porcentaje inaceptable para un equipo que juega como visitante del 65%.
Sin embargo, como se decía, el escenario para el Alavés es de relativa calma, con cierto poso de ventaja sobre los puestos de descenso -ojo que en la última jornada comenzaron a ganar Sporting y Granada, dos de los peores equipos de la Liga-, pero con el espejo retrovisor en estado de alerta ante lo que pueda suceder. Que en su corto plazo pasa por la próxima visita al siempre incómodo Eibar en Ipurua y el recibimiento en casa ante el Betis, un rival a priori asequible para cerrar el año con buenas sensaciones y alcanzar los 22 ó 23 puntos en el casillero, una cifra más o menos plausible para encarar la segunda vuelta con cierto colchón de seguridad.