Vitoria - En las constantes probaturas que Mauricio Pellegrino lleva realizando desde el arranque del curso ya debería comenzar a quedar claro que hay soluciones que nunca que las ha utilizado han dado resultado, que hay otras que solo sirven para momentos muy concretos y que el equipo tiene un serio problema en los minutos finales porque los cambios, normalmente siempre muy tardíos, nunca mejoran el rendimiento del colectivo. Un cóctel de detalles en los que el técnico hizo aguas.
Llamó la atención la presencia de Nenad Krsticic en el once inicial en sustitución de Dani Torres en un 4-1-4-1. Tercera titularidad para el serbio en la búsqueda de un segundo elemento entre líneas que acompañase a Víctor Camarasa a la hora de definir con el último pase y aportar llegada desde la segunda línea. La aportación del balcánico hasta la fecha había sido nula y lo confirmó con una nueva actuación en la que, quitando cuatro buenas acciones encadenadas mediada la segunda parte, no sumó absolutamente nada. La idea de sumar otra pieza cerca del área rival era buena, pero el futbolista elegido fue un error grave.
De la misma manera se puede hablar de que Theo repitiese como extremo. La solución funciona a domicilio, ya que el francés puede entonces explotar su potencia con muchos metros por delante. En casa, ante rivales mucho más cerrados, se precisa de una calidad para desequilibrar que el francés no tiene. Por eso no es de extrañar que ayer estuviese muy gris y que apenas consiguiese desbordar. Además, su presencia en esa posición cerró el pasillo al lateral izquierdo, en este caso un Raúl García que estuvo mucho más cómodo y ofensivo precisamente cuando Theo abandonó el césped a los 70 minutos.
Los cambios vienen siendo otro de los grandes problemas de Pellegrino. En circunstancias normales, su confianza en el once inicial se estira durante muchísimos minutos. Demasiados, cabría decir. Más aún en un equipo en el que los hombres de vanguardia tienen que trabajar mucho y precisarían refresco mucho antes. Pero es que los relevos nunca mejoran al colectivo. Es difícil cuando se juega tan poco o fuera de posición, como un Christian Santos al que dolía ayer ver escorado a la banda derecha. Por esa falta de trascendencia de los cambios, el equipo decae mucho en unos tramos finales que están siendo fatídicos.