Vitoria - Que el Deportivo Alavés cuente con una nueva ciudad deportiva propia es la mayor ilusión en estos momentos de Josean Querejeta y las actuales instalaciones municipales de Betoño, que en su día ya pertenecieron a la entidad del Paseo de Cervantes, son el lugar elegido por el mandatario para erigir su gran proyecto que supondría la joya de la corona del club albiazul. El problema es que para alcanzar ese objetivo antes hay que salvar muchos y complejos obstáculos en los que todas las partes implicadas llevan ya semanas trabajando, pero, de momento, sin visos de una resolución tan rápida como a Josean Querejeta le gustaría para comenzar con la edificación de su nueva ciudad deportiva.
El proyecto alavesista para la reforma de las actuales instalaciones de Betoño está ya perfilado, pero el problema de partida es que esos terrenos pertenecen al Ayuntamiento de Vitoria y todavía no hay un acuerdo acerca del cambio de propiedad de los mismos. La idea del club es intercambiar los terrenos de Ibaia por lo que antiguamente pertenecieron a la empresa Michelin, pero el Consistorio no está dispuesto a pasar por ese aro al considerar que sus instalaciones tienen un valor de mercado muy superior al de la Ciudad Deportiva José Luis Compañón.
Así las cosas, existen dos alternativas. Por una parte, añadir una cantidad de dinero a las instalaciones de Ibaia. Por otra, que el Alavés mantenga la propiedad de sus actuales posesiones a cambio de desembolsar una contraprestación monetaria todavía mayor por Betoño. La primera opción es la más factible de llevarse a cabo, pero para eso sería clave tasar el valor de las dos instalaciones para determinar la diferencia a abonar en metálico como añadido en el traspaso de Ibaia.
Otro de los problemas viene marcado por la calificación de los terrenos, destinados a espacios deportivos pero también edificables en el 100 % de su extensión. La idea del Alavés es renovar por completo las instalaciones e, incluso, ampliar el perímetro de las mismas -de alrededor de 17.000 metros cuadrados actualmente- con terrenos que pertenecen a esa misma parcela y que actualmente están en desuso y llenos de vegetación. Para llevar a cabo todas esas reformas que se pretenden, es preciso que el Ayuntamiento tramite los permisos protocolarios y desde la corporación se quiere asegurar al máximo que dichos terrenos no acaben destinados en un futuro a un uso distinto al deportivo al que ahora tienen. No sería la primera vez que se busca un pelotazo a través de una posterior recalificación de la utilidad de una superficie -generalmente para acabar construyendo viviendas- y ese fin se quiere evitar a toda costa.
El tercer escollo en la negociación viene marcado por los clubes que en estos momentos tienen su base de operaciones en Betoño. Las instalaciones que en su día fueron propiedad de Michelin son usadas diariamente para los entrenamientos de varios equipos que no cuentan con un campo propio, mientras que los fines de semana acogen muchísimos partidos. El Alavés cuenta en estos momentos con un permiso especial para usar uno de los campos dos veces por semana, pero su deseado traslado a Betoño conllevaría el desalojo del resto de clubes que ahora lo utilizan. El Ayuntamiento tendría que reubicar a todos esos equipos, una labor en la que también tendría algo que decir la Federación Alavesa de Fútbol, que es a encargada de organizar el reparto de los campos y los horarios de utilización de los mismos. Una de las soluciones sería recurrir a Ibaia si finalmente pasa a propiedad municipal, aunque sería complicado dar cabida allí a todos los equipos. Pero el temor es que los clubes que tengan que abandonar sus actuales campos de entrenamiento le reclamen al Consistorio la construcción de una nueva instalación con el dinero que le pague el Alavés, algo a lo que la corporación no está dispuesta al necesitar esos ingresos para hacer frente a las deudas arrastradas.
Los citados son los tres principales escollos de la operación, pero a nadie escapa que cuando a Josean Querejeta se le mete algo entre ceja y ceja lo acaba consiguiendo. Habrá que realizar mucho trabajo de ingeniería para acabar ensamblando los deseos y necesidades de cada una de las partes implicadas, ya que parece ineludible que el Ayuntamiento acabe accediendo a los deseos del Alavés de hacerse en propiedad con esos terrenos en los que, más tarde o más temprano, acabará erigiendo su nueva ciudad deportiva.