Pamplona - Tajonar se despierta gélido entre la niebla. “Los de Vitoria venís con el frío”, bromea un periodista local. Y parece que esa baja sensación térmica retrasa la salida de los jugadores de Osasuna al césped. En las gradas, una treintena de seguidores les esperan mientras destripan la actualidad de su equipo, al que pueden ver en todos sus entrenamientos porque Enrique Martín Monreal pertenece a esa vieja escuela de los técnicos que nada esconden. Siempre de cara, sin ese miedo pavoroso de algunos a que se conozcan sus planes en lo que se refiere a las alineaciones o les graben las jugadas de estrategia. Pocos quedan como el de Campanas.

Precisamente, el estilo de Martín Monreal entronca a la perfección con el que históricamente ha tenido Osasuna. Por eso, y por sus tres milagros es venerado por los aficionados. Salvó al club del descenso a Segunda División B en 1997, hazaña que repitió en 2015 y que acrecentó con el ascenso a Primera en 2016. Su reto es una nueva salvación y sabe que para lograrla sus chicos, la mayoría salidos de la propia cantera de Tajonar, tienen que exprimirse al máximo y jugar con muchísima intensidad cada partido.

Mientras que sus jugadores calientan, al técnico se le acercan un par de conocidos. Apretón de manos y unas pocas palabras antes de centrarse en su labor, un trabajo que vive con una intensidad inusitada y que le ha provocado ya una angina de pecho y una subida de tensión en los últimos tiempos. Pero Martín no baja el ritmo porque esa intensidad es la que quiere transmitir directamente a sus jugadores.

“¡Fuerte, fuerte!”. “¡Aprieten, aprieten!”. “¡Más ritmo!”. “¡En horizontal no, aseguren el pase!”. Así hasta que rompe el partidillo de sus jugadores con un interminable pitido del silbato que lleva al cuello, instrumento que le acompaña como la libreta en la que va apuntando sus ideas. “¡Así no la hostia!”, atruena entonces su poderosa voz. Y vuelta a empezar en el ejercicio en el que ensayaba la presión sobre el rival para recuperar el balón y buscar la salida al contragolpe.

Martín Monreal para el entrenamiento cuando ve algo que no le gusta, no cuando un jugador se lo reclama. Tras recibir una dura patada, el joven Antonio Otegui se queda tendido sobre la hierba, quejándose. “Te va a venir bien el meneíto para que aprendas”, le espeta su entrenador con toda la tranquilidad del mundo. A la perla osasunista, el futbolista más joven de Primera, no le queda otra que levantarse rápido y seguir jugando como si nada.

El de Campanas tiene las cosas claras con respecto a su once. En San Mamés repitió alineación por tercera vez y los únicos cambios vendrán propiciados por las dos bajas de los lesionados Didier Digard y Oriol Riera. Y les suplirán los mismos hombres que saltaron al campo bilbaíno cuando se produjeron las mencionadas lesiones. Así, Fausto Tienza tomará el sitio de Digard en el pivote, mientras que Kenan Kodro será el encargado de relevar a Oriol Riera en la punta del ataque osasunista.

Así, según lo visto ayer en Tajonar, Martín Monreal formará el sábado con Nauzet en la portería; Oier Sanjurjo, David García, Miguel Flaño, Unai García y Alex Berenguer en la defensa; Fausto Tienza, Roberto Torres y De las Cuevas en el centro del campo; y Sergio León y Kenan Kodro en la delantera.