La nonagenaria historia del Alavés apenas hace referencia al nombre de Baltasar Albéniz que se convirtió en uno de los primeros héroes albiazules con los dos tantos que le endosó al Real Madrid en su primera visita liguera a un vetusto Mendizorroza en el año 1931. Corría la primera temporada de los vitorianos en un competición rudimentaria y alejada del glamour actual. Un 8 de marzo de 1931, a las puertas de proclamarse la República, los vitorianos lograron doblegar al Real Madrid gracias a los dos tantos de Albéniz, defensa también conocido como El Negro. No tuvo fácil lograr ese doblete al tener que superar al no menos emblemático Ricardo Zamora que defendía el portal madridista.
Eran los años del Alavés de los Beristain, Ciriaco, Quincoces, Antero, Fede y Olivares en el que el zaguero navarro estampó su gesta más gloriosa. Esa es por ahora la única victoria ante los madrileños que puede esgrimir el Alavés. Después dos tristes empates y ocho triunfos merengues.
En la retina de los seguidores más veteranos figuran aún las estrambóticas cucarachas, convertidas en las celebraciones de Ronaldo Luis Nazario en la última visita del Real Madrid al Paseo de Cervantes. El astro brasileño marcó los dos primeros tantos del triunfo de su equipo, 0-3, y ni corto ni perezoso dudó en tumbarse sobre el césped vitoriano para celebrar con sus extremidades hacia arriba cada uno de ellos. No estuvo solo y le secundaron en esa lamentable manera de celebrar los goles otros brasileños como Roberto Carlos y Robinho. No sentaron nada bien esos gestos de la terna brasileña, que recibió la unánime bronca del graderío de un estadio que tildó de inapropiada la celebración, aunque el esperpéntico gesto se convirtió en una de las imágenes más repetidas que dieron la vuelta al mundo por su peculiaridad.