Vitoria - LaLiga Santander echa a andar esta noche con los dos primeros partidos de la temporada y entre los veinte mejores equipos de Primera División vuelve a aparecer, tras diez años de ausencia, el nombre de un Deportivo Alavés que el pasado mes de junio finiquitó la etapa más negra de su historia -tanto sobre el césped como, sobre todo, a nivel institucional- para conquistar un histórico regreso a la máxima categoría de la mano de José Bordalás y un grupo de jugadores que ya son leyendas de este club. Pero el fútbol no se acaba en ese ascenso que ya tan lejano parece en la memoria. Después de volver a Primera, el objetivo de El Glorioso es ahora perpetuarse entre la élite. El reto que arranca en agosto y concluye en mayo es asegurar la permanencia a toda costa. Una empresa de enorme entidad en la que el club ha volcado sus esfuerzos para llevar a cabo una profunda reforma de toda la institución en sus diversos planos para modernizar sus estructuras y confeccionar un proyecto deportivo que desde el domingo tiene que comenzar su labor de ir sumando los puntos que aseguren la continuidad en la máxima categoría al final del curso.

Desde que desembarcase en la entidad del Paseo de Cervantes en junio de 2011, Josean Querejeta dejó claro que su objetivo era llevar al Alavés lo más arriba posible. En apenas cinco años, el club albiazul vuelve a estar entre los mejores clubes estatales y está a punto de iniciar su duodécima campaña en Primera. Precisamente, la estabilización en la máxima categoría es el objetivo perseguido por el alma mater alavesista. Y es que la etapa de mayor brillantez de El Glorioso solo se compone de cinco temporadas consecutivas en la élite, entre 1998 y 2003. Un período que ahora se pretende ampliar en el tiempo y en el que es fundamental que no se repita la experiencia de la campaña 2005-06, que supuso el regreso inmediato a Segunda y que abrió de par en par las puertas del infierno en el que se sumió la entidad.

La estabilidad es un objetivo a medio plazo en el que el corto es fundamental. Y es que sin permanencia este primer año no hay futuro que valga. El reto es mantener la categoría a toda costa y no hay que esconder que el equipo vitoriano parte en las apuestas veraniegas como uno de los claros aspirantes a caer al pozo. Lo normal si se tiene en cuenta su condición de recién llegado que le convierte en cola de león. No en vano, en lo referente al reparto del dinero del los derechos televisivos, el ingreso más importante para todos los clubes, la porción es más pequeña para los recién llegados. Así, económicamente el Alavés estará en el vagón de cola, pero ya se sabe que no todo es dinero en el fútbol y que la felicidad no solo proviene de los euros gastados sino, sobre todo, del trabajo bien hecho.

En este sentido, la apuesta del club ha sido de riesgo. Toda su estructura deportiva ha quedado completamente irreconocible, desde la dirección deportiva a los futbolistas pasando por el banquillo. Un proyecto que nada tiene que ver con el que la pasada campaña consiguió el ascenso. De la veteranía y la experiencia a la juventud. Una remodelación absoluta que se planta en el arranque del nuevo curso con el único objetivo de acabar la temporada fuera de los tres últimos puestos de la clasificación. Si el equipo consigue evitar la zona roja, podrá perpetuarse por fin en Primera.