Vitoria - El Deportivo Alavés que sigue todavía celebrando sus más reciente éxito deportivo tiene motivos sobrados para expresar su alegría más allá de lo que sucede sobre el terreno de juego. Y es que más allá de haber dejado atrás sus años más oscuros en cuanto a lo económico y también de haberse propulsado a reacción desde Segunda B a Primera División, El Glorioso vive un momento histórico desde el punto de vista social. Nunca antes en la historia de este club, ni siquiera cuando alcanzó sus más altas cotas no hace tanto tiempo, estaba tan extendido por la ciudad el sentimiento albiazul como ahora. El bloque de irreductibles que siempre se han mantenido en Mendizorroza contra viento y marea se ha visto reforzado en los últimos años y el crecimiento de la masa social ha sido muy importante. Y ese conglomerado seguirá incrementándose en número con un regreso a Primera que ejercerá de efecto llamada para muchos que acudirán de nuevo al dulce olor de la miel. Entre unos y otros, el gran reto es superar los 14.600 socios que marcan el tope histórico de abonados de la entidad.

Dentro de un club en el que la fidelidad ha estado siempre marcada por un grupo muy reducido que siempre ha resistido a todos los embates en contra, que no han sido pocos, la etapa en Primera de la mano de Gonzalo Antón supuso un crecimiento muy importante desde el punto de vista social. Los éxitos siempre atraen nuevos espectadores y aquel período propició un crecimiento espectacular. Eso sí, como se evidenció después, fue un edificio erigido sobre cimientos de barro. La presidencia de Piterman, los descensos a Segunda y Segunda B y el largo transitar por el infierno de la categoría de bronce propiciaron que Mendizorroza se fuese vaciando progresivamente. Tiempos funestos en los que costaba ver más de cinco mil asientos ocupados en el estadio del Paseo de Cervantes, en demasiadas ocasiones convertido en funeral.

‘iraultza’ y el cambio El inicio de la campaña 2012-13 marca el cambio de tendencia y de la caída en picado se pasa al crecimiento exponencial. En el comienzo de aquel curso se pone en marcha Iraultza 1921, la nueva peña en la que se acaban uniendo todos los grupos que existían con anterioridad. Una nueva grada de animación radicada en el fondo de Polideportivo con reminiscencias a la antigua y recordada General, donde cada partido era una fiesta. Nuevos cánticos, mucho colorido, pancartas, apoyo al equipo durante los noventa minutos, desplazamientos masivos allá donde jugase el Alavés... La nueva peña arrancó con algo más de dos centenares de socios -hoy sobrepasa ampliamente el millar- y se convirtió en el motor de la animación de un renacido Mendizorroza.

El chip había cambiado, pero era necesario el resurgir deportivo para corroborar ese cambio de tendencia. De la mano de Natxo González se consiguió el ansiado regreso a Segunda División. Un éxito con el que se consiguió recuperar gran parte de la masa social perdida, ya que de una temporada a otra la asistencia se incrementó en alrededor de dos mil espectadores.

La campaña 2014-15 fue la del asentamiento, mientras que la recién finalizada ha sido la de la explosión definitiva. De nuevo, las glorias deportivas ejercen su efecto llamada. Según los datos oficiales suministrados por el club, a lo largo de los veintiún encuentros disputados en Mendizorroza han asistido 272.359 espectadores. Eso ofrece un saldo medio de 12.970 asistentes por partido. Cifra global que realmente es más elevada, ya que ha habido partidos en los que la asistencia era bastante mayor a la que se reflejaba oficialmente por parte del club. La cifra mínima de asistencia se recogió ante el Mallorca (9.156 espectadores), mientras que el tope lo marcó el lleno absoluto (19.840) el día del ascenso ante el Numancia. Cifras que suponen una nueva ganancia de más de dos mil espectadores dentro de un club que cuenta con alrededor de diez mil abonados.

Pero más allá de las cifras de asistencia, lo mejor de Mendizorroza es el excepcional ambiente que se vive en cada partido. Una afición volcada con su equipo y un grupo como Iraultza 1921 al que se reconoce a lo largo y ancho del mapa futbolístico estatal por su labor de animación e iniciativas de apoyo al equipo. En pocos estadios el jugador número 12 tiene tanta relevancia como en el vitoriano, donde se ha generado un ambiente espectacular en un espacio temporal muy corto.

Con la llamada del éxito, Vitoria ha recuperado los colores albiazules. Ya no es una rareza ver por las calles camisetas del Alavés o banderas en los balcones. El citado día del ascenso fue una explosión en este sentido. Nunca antes se habían visto tantas zamarras del equipo juntas.

El ascenso a Primera supondrá un nuevo empujón a la asistencia a las gradas y, en este sentido, el objetivo no puede ser otro que aprovechar el empuje de la ola para que la masa social se siga incrementado y el sentimiento albiazul se asiente definitivamente en la ciudad con raíces sólidas. En una etapa como la actual en la que la Liga de Fútbol Profesional va a premiar o castigar económicamente a los clubes por el seguimiento que tengan, número de socios e imagen de sus gradas, el Alavés no puede desaprovechar el caldo de cultivo que se ha generado para seguir potenciando este histórico momento social.