VITORIA - El Alavés ya se encuentra de vacaciones con la satisfacción de haber redondeado un año glorioso con el ascenso a la Liga BBVA y el título de Campeón de Segunda División. La parte deportiva ha sido un absoluto éxito pero ahora llega el trabajo estival para el retorno al mayor escaparate del fútbol español y la construcción de un proyecto solvente que busque la consolidación en la Liga de las Estrellas. Desde el Consejo de Administración se acometerá la tarea y se seguirán los pasos a la velocidad que siempre más le interesa a Josean Querejeta. Los dos asuntos más comprometidos son la identidad del Director Deportivo y entrenador, como pilares sobre los que luego ha de construirse el resto del edificio.
La figura de José Bordalás como piloto parte de la posición de tener asegurado su contrato al lograr el ascenso, pero en esta entidad eso no supone su pleno cumplimiento. A la hora de tomar una decisión sobre el alicantino serán múltiples las variables, a favor y en contra, que se van a manejar para confirmar o reconsiderar esa decisión tan crucial para los intereses y la marcha deportiva del Alavés en Primera División. Más allá de la existencia de esa renovación de contrato los argumentos favorables para la continuidad de José Bordalás pasan por la extraordinaria piña en la que ha logrado convertir el vestuario albiazul y que ha sido una de las claves del ascenso. El alicantino ha demostrado a lo largo de la pasada temporada ser un buen gestor del grupo humano y, a pesar de contar con un grupo de 13 jugadores de su máxima confianza, ha sabido mantener la línea de unidad sin que hayan aflorado disonancias. Ese nivel de implicación se ha demostrado en ocasiones en las que ha debido recurrir a los jugadores con menos minutos, como el duelo final en Tarragona con hombres como Pau Torres, Iñaki Saénz o Sergio Llamas que contribuyeron a sumar el punto necesario para amarrar el campeonato final.
Parte del secreto se fraguó en las contrataciones del pasado verano al reclutar José Bordalás a jugadores que ya conocía de sus etapas en el Elche y Alcorcón. Así recalaron en Vitoria peones como Javier Carpio, Sergio Pelegrín, Sergio Mora, Facundo Guichón y Dani Pacheco. Se topó además en Ibaia con Juli y Víctor Laguardia a los que ya tuvo a sus órdenes en el equipo alfarero. Han sido bastantes las ocasiones en las que en una alineación habitual del Alavés contaba con hasta siete integrantes con pasado común junto a Bordalás. Así se entiende que el plantel adquiriera desde pretemporada de manera meteórica los postulados del técnico rumbo al éxito. Otra circunstancia favorable radica en el minucioso trabajo de su cuerpo técnico con el que se presentó en Vitoria allá por el mes de julio. Nacho Fernández, como ayudante, y Javi Vidal, encargado del apartado físico, han sido sus acompañantes y confidentes a lo largo de los diez meses de competición.
DESENCUENTROS Junto a los aspectos positivos que han llevado al salto de categoría también habrá que poner en la balanza aquellas situaciones que a lo largo del curso han encrespado las relaciones entre José Bordalás y la dirección deportiva. Aún sin empezar la temporada el alicantino clamó por el fichaje de tres jugadores para redondear el plantel y dar ese salto de calidad. Al cierre del mercado estival se escaparon las opciones de Lolo Reyes y David Concha como primer punto de desencuentro. Un poco más adelante llegaron las declaraciones de Bordalás en alusión a los “dos jugadores del filial” que tenía a sus órdenes en los casos de Einar Galilea y Sergio Llamas que también levantaron polvareda entre ambas partes. A medida que se acercaba el mercado invernal y se debían concretar las incorporaciones hubo otro punto de fricción al valorar el técnico las llegadas de Bernardello, Iñaki Sáenz y Dani Abalo como fichajes de la “dirección deportiva” en alusión a la figura de Javier Zubillaga. Encontró su respuesta desde el máximo responsable al recordarle el riojano que todos los fichajes del club, incluido el del entrenador, se concretaban desde el Consejo de Administración. También han sido numerosas las declaraciones en las que el técnico reiteró que debía agarrarse a la composición y recursos que tenía a sus disposición al no contar con otras posibilidades.