Vitoria - Al Deportivo Alavés, ya fuese afición o jugadores, todavía le quedaba voz en la garganta y ánimo en el cuerpo para culminar los festejos por el ascenso con el recibimiento en la plaza de la Virgen Blanca, en la que se citaron alrededor de veinte mil personas. No es el vitoriano un club que tenga cosas que celebrar todos los años y por eso estas oportunidades no se pueden dejar pasar. La conjunción en la plantilla de un buen puñado de vitorianos, imbuidos de sentimiento albiazul, propició que en la balconada de San Miguel rebosase el entusiasmo. Había todavía ganas de fiesta. Lo demostraron los jugadores y lo demostró la afición. Las barbas, pelucas y cabelleras azules se convirtieron en elementos diferenciales dentro de un grupo en el que Einar se convirtió en el maestro de ceremonias que asumió el micrófono para guiar una fiesta mucho más desenfadada, dinámica y graciosa que en ocasiones precedentes.

En esta ocasión no se utilizó un autobús descapotable, pero ya se encargaron los propios jugadores de abrir la trampilla superior del autocar para acceder a la plaza con muchos de ellos subidos en el techo. El azul se convertía desde ese momento en protagonista. Las barbas de pintura de Raúl García, David Torres, Pelegrín, Toquero, Femenía y Bernardello imitaban a la reconocible silueta del rostro de Bordalás. La peluca fue elección de Laguardia, Pau Torres, Abalo y un Femenía que optó por el paquete completo. Según aseguraban, después se las iban a regalar a Toquero. Y con la cabellera pintada aparecieron Guichón, Llamas, Asier Benito, Víctor López y un Einar que centraba los focos. La cresta que se hizo el mismo domingo teñida de azul, con los flancos de blanco.

Tras los preceptivos actos protocolarios con el aurresku de honor al equipo y la ofrenda a la Virgen Blanca -la hicieron los capitanes Manu García y Beobide, acompañados de Bordalás-, llegó el turno de los parlamentos siempre esperados. La primera mención del vitoriano fue en recuerdo de la joven Eider, una componente de Iraultza fallecida el mismo domingo. Las palabras del capitán, siempre en su sitio en sus discursos, pusieron un nudo en la garganta de todo el alavesismo.

Con el capitán, los vitorianos se convirtieron en los grandes protagonistas. Manu, Toquero, Llamas y Einar asumieron los mandos. Sobre todo este último, que con su imagen y manejo del micrófono bien podría pasar por cantante de extraño grupo. No se puede decir que estén listos para dar la talla en Eurovisión, pero seguro que darían juego en alguno de esos programas televisivos en los que salen famosos haciendo gorgoritos. Ellos fueron los encargados de marcar el ritmo con el himno de Donnay. Toda la Virgen Blanca con las bufandas al cielo fue la gran fotografía de la tarde.

El otro gran momento esperado, la presencia de Bordalás al frente de la balconada. “Vamos Pepitoooooooo” se escuchaba a los jugadores de fondo. Y, como no podía ser de otra manera, fueron sus muchachos los que entonaron ese estribillo ya famoso. El Yo sin ti, Bordalás, no sabría cómo subir, llévame a Primera, llévame a Primera. Hasta el propio técnico se arrancó con esa canción que le han compuesto y tanto le gusta.

El otro elemento, y nunca mejor dicho, que no podía faltar en el festejo era Guichón. Contenido con el micrófono, El Pipa fue el mismo torbellino de siempre durante todo el acto. Arriba, abajo, a un lado y al otro. Imparable. Tanto que algún compañero tuvo que pedirle un poco de tranquilidad. Para rematarlo todo, el pique regional. El que hay entre gallegos en el vestuario. Un pontevedrés del Celta como Abalo y un coruñés del Deportivo como Raúl García. El extremo, bien aleccionado por los históricos alavesistas, se lanzó. Y solo hay. Y solo hay. Y solo hay y solo hay y solo hay un Deportivo, el Deportivo Alavés. El gesto del lateral ante toda una plaza que coreaba el estribillo lo decía todo, pero fue el propio Raúl, aunque apenas sin voz, el que se encargó de recordar adonde ha vuelto este equipo. “Barça, Madrid, El Glorioso ya está aquí”. Para que no se le olvide a nadie que el Alavés vuelve a ser un equipo de Primera, como la divertida celebración que protagonizó en la Virgen Blanca.