VITORIA - Las 21:50 horas del 29 de mayo de 2016 ya son parte de la historia del Alavés para confirmar su quinto ascenso a la Primera División y por la fiesta que se desató cuando el colegiado puso fin al duelo ante el Numancia. En ese instante entró en ebullición un estadio que ya llevaba diez minutos entonando el repertorio habitual de canciones que acompaña a los jugadores en cada duelo. También el banquillo albiazul empezó la fiesta antes que en el césped y para cuando llegó el minuto 94 el cuerpo técnico y jugadores ya eran un piña saltando y desbordantes de alegría.

El partido murió en una acción en la banda izquierda de ataque con el balón en las botas de Gaizka Toquero. El vitoriano se derrumbó y e hincó sus rodillas en el césped antes de empezar a llorar y con el resto de compañeros desatados ya a plena carrera sobre Mendizorrotza. Ajeno a todo el jolgorio sorprendió ver a Juli ataviado con el chubasquero del equipo y paralizado dentro del banquillo albiazul como único integrante y escurriendo unas lágrimas por su segundo ascenso a la Liga BBVA. Le costó varios minutos asimilar el logro que ha firmado a los 34 años y que ya saboreó también con el Rayo Vallecano. se unió después al grupo antes de repartir abrazos con todos los compañeros que le iban saliendo al paso. Hubo uno muy especial y sentido con José Bordalás en el centro del campo en el que hubo un intercambio mutuo de palabras de admiración. Para entonces el resto de la plantilla ya estaba en pleno éxtasis para recorrer todo el césped y expresa su alegría por unos momentos únicos en sus carreras profesionales.

Los tres gallegos, Raúl García, Barreiro y Abalo, posaron con la bandera de su comunidad. El lateral zurdo y autor del segundo gol se ciñó al pecho una cámara deportiva para grabar unas imágenes que serán interesantes de ver por la emotividad que transmitirán.

Afloraron también las banderas de La Rioja con Iñaki y las de Uruguay con Guichón y Argentina con un Bernardello que se caló la txapela. El Pipa mostró una vez más su facilidad para dirigir la fiesta y se encaramó al larguero de la portería de Polideportivo para alentar y enardecer a los más de 1.500 seguidores de Iraultza 1921.

Hubo un breve paso por los vestuarios antes de salir a la fiesta oficial preparada por el club. Llegaron todos los jugadores en grupo para iniciar una primera guerra con botellines de agua hasta que apareció el vino espumoso con el que se regaron para aplacar su felicidad. Guichón, subido a uno de los bancos, dirigió los cánticos y fue regando a los compañeros, mientras se iban ataviando con las camisetas de celebración con el lema “Hau da Mendi”. Pasaban los minutos y llegó el turno de ir saliendo uno por uno según fueron nombrados en medio de unos fuegos de artificio. Manu García y Beobide como capitanes junto al técnico José Bordalás se encargaron de los parlamentos.