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0-1, minuto 6: Kiko Femenía. Gran disputa en el área del Athletic con opciones para Juli y Manu García y el balón le acaba cayendo a Femenía, que empalma un duro derechazo cruzado que se cuela entre un bosque de piernas y acaba en la portería. 0-2, minuto 43: Mora. Saque de esquina que cuelga Dani Pacheco, despeja un defensa a la frontal y el madrileño engancha una volea rasa que Jon Ander solo puede ver pasar.

1-2, minuto 53: Gil. Falta lejana de Aketxe que despeja Pacheco y Gil se adelanta a la defensa para marcar con un disparo alto. 2-2, minuto 65: Santamaría, de penalti. Munuera Montero castiga un derribo de Pelegrín sobre Villalibre y en esta ocasión Pacheco roza el balón pero no saca el disparo de Santamaría. 2-3, minuto 70: Manu García. Combinación entre Femenía a Juli, el balón le llega a Mora y lo cede a su izquierda para el remate cruzado del capitán.

Expulsó por doble amarilla a Laguardia (minutos 15 y 46) y por roja directa a Dani Pacheco (minuto 87). Amonestó a Gil (minuto 12), Ramalho (minuto 48), Pelegrín (minuto 65), Unai López (minuto 83) y Femenía (minuto 83).

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Barakaldo - Al Deportivo Alavés solo le falta una victoria para poder decir, por fin, que vuelve a ser un equipo de Primera División. Todo el camino de sufrimiento vivido a lo largo del curso se resumió ayer a la perfección en noventa minutos en los que el alavesismo pasó por todos los estados de ánimo que se pueden imaginar. La exaltación de la primera parte con el 0-2, la frustración de la segunda con el empate, los dos penaltis y las expulsiones y la explosión del gol de Manu García que fue absoluta en el minuto 94 cuando el inefable Munuera Montero, letal ayer, señaló el final y la victoria vitoriana. En una jornada en la que Nàstic y Leganés apretaron, El Glorioso se queda a una sola victoria -o un mínimo de dos puntos- del ascenso que tanto merece por su capacidad agonística y pasión en el juego.

Apostó el técnico alicantino por el once de gala, que saltó al césped a comerse el mundo. A hacer saltar la banda. A por esa victoria que dejase el ascenso encarrilado. Y vaya si lo consiguió. Embotellado el Athletic desde el primer segundo. Dani Pacheco tuvo la primera en un libre indirecto dentro del área tras cesión incorrecta al portero. Ya no salieron los rojiblancos del área en la continuación de una acción plagada de rechaces que finalmente resolvió Femenía con un zapatazo plano con su diestra que abría el marcador en apenas seis minutos. Otra vez El Glorioso de Bordalás en su máxima expresión, de salida furibunda hasta descabezar al rival.

Lejos de levantar el pie del acelerador, lo siguió pisando a fondo el equipo vitoriano. Como si no hubiese un mañana, con la intención de sentenciar por la vía rápida. Así, Toquero provocó un claro penalti a Unai Bilbao que Munuera Montero no vio.

Las revoluciones del derbi habían bajado, pero cada acometida alavesista daba la sensación de que podía ser la definitiva. Cada acercamiento suponía peligro. Cada balón en el área era una ocasión. Y la manada de lobos albiazules aprovechó a la perfección a una presa acorralada. Fue justo al borde del descanso, después de haber rozado el segundo ya unas cuantas veces. Un saque de esquina metido en el área por Dani Pacheco, un mal despeje de un defensa a la frontal y desde allí Sergio Mora sacó a relucir toda su clase con una volea rasa y ajustada al palo plena de calidad y potencia. Carbón a la maquinaria del tren alavesista, raudo en su galopar hacia Primera. Explosión en Lasesarre al descanso, con el alavesismo rozando el ascenso.

Todo parecía ya decidido, pero la segunda parte comenzó con sobresalto. Y de los gordos. El colegiado castigó con penalti un dudoso derribo de Laguardia sobre Córdoba, lo que supuso la segunda amarilla y expulsión del central. Todo se ponía cuesta arriba. Pero ahí estaba San Fernando. Lo que le faltaba esta temporada, parar un penalti. Rechazó el guardameta el disparo de Unai López para mantener la ventaja.

Eso sí, la alegría inicial pronto tornó en frustración. La expulsión supuso perder el norte y el control del partido. Una falta, un duro disparo de Aketxe despejado a duras penas por el extremeño y Gil se adelantó a la zaga para poner el 1-2 y abocar a un sufrimiento que desembocó en tragedia cuando en el minuto 65 el colegiado castigaba un nuevo penalti, de Pelegrín sobre Villalibre, que en esta ocasión marcaba Santamaría.

Todo se tornaba oscuridad. Lo que parecía ya en la mano se escapaba. Pero este equipo nunca se da por muerto. Y Manu García se encargó de enarbolar la bandera que hace dos años condujo al Alavés a la más agónica permanencia jamás soñada. El Glorioso nunca se rinde, se dijo el capitán. Y tras una asistencia genial de Mora, el vitoriano empujó el balón que llevaba a la gloria.

A partir de ahí, nuevo ejercicio de resistencia. Al final con nueve, ya que Munuera Montero siguió perdiendo puntos en el carné de árbitro de Segunda con la expulsión de Dani Pacheco. Resistir, resistir y resistir. Con sufrimiento porque el Alavés no se entiende de otra manera. Pero bendito sufrimiento el que conduce a la gloria.

Salida en tromba. El Alavés recuperó su versión de inicio arrolladora para embotellar en su área al Athletic y adelantarse a los seis minutos con gol de Femenía. El cuadro albiazul no levantó el pie del acelereador en toda la primera parte y en el minuto 43 consiguió el 0-2 por mediación de Mora en un saque de esquina.

Sufrimiento agónico. Todo parecía decidido tras la primera parte, pero en la segunda todo se puso en contra. Dos penaltis, dos expulsiones, empate a dos del Athletic, pero Manu García consiguió el gol del 2-3 para amarrar tres puntos importantísimos que dejan al Alavés casi en Primera.

El capitán representó ayer a la perfección los valores del alavesismo. Esfuerzo, compromiso, trabajo y pasión para remar en la victoria con un gol que puede valer un ascenso.

Más que por su actuación, que fue sensacional en la primera parte, aparece en este hueco por el hecho de que su expulsión fuese casi determinante en el desarrollo del partido.

Con pasión. El Alavés borró del césped al Athletic con una primera parte memorable en la que consiguió una ventaja de dos goles. Nada hacía presagiar lo que vino después, con la expulsión de Laguardia, dos penaltis y el empate de Athletic. Pero cuando todo parecía perdido, el equipo vitoriano supo rehacerse para marcar un tercer tanto y, con nueve jugadores, lograr un triunfo definitivo.