Vitoria - La derrota del Oviedo en el cierre de la jornada confirmó matemáticamente que el Deportivo Alavés es ya equipo de play off y con ese objetivo ya amarrado queda ejecutada automáticamente la cláusula de renovación que recogía el contrato de José Bordalás por el que su vínculo con la entidad del Paseo de Cervantes se extendía de inmediato hasta el 30 de junio de 2017 en el caso de acabar la fase regular entre los seis primeros clasificados. La teoría dice que El Glorioso ya tiene inquilino para su banquillo la próxima temporada, pero la realidad indica que un contrato puede convertirse en papel mojado con suma facilidad en el mundo del fútbol si las dos partes implicadas no forman un matrimonio bien avenido. El técnico alicantino ya ha renovado al asegurar el objetivo mínimo que le había marcado el club, pero otra cosa bien distinta será que siga otra temporada más al frente del equipo al que tiene en estos momentos a las puertas de Primera División. Una simple cuestión de tiempo que se resolverá solo después de que concluya el curso, cabe esperar que con el ascenso directo a la máxima categoría. Un éxito tras el que, por extraño que parezca, su artífice podría quedarse fuera del nuevo proyecto.
Que existan más que serias dudas acerca de la continuidad de un Bordalás que está muy cerca de llevar al Alavés a Primera ya habla bien a las claras de que la situación del alicantino dentro del club no es, ni de lejos, idílica. Cualquier entrenador que logra un ascenso tiene su continuidad asegurada en el mismo banquillo salvo que algún club más poderoso se lo lleve. No parece el caso de un Glorioso que ya vivió un episodio muy similar cuando subió de Segunda B a Segunda. Entonces fue la presión popular -también era un técnico barato- la que propició la continuidad de Natxo González en el banquillo, ya que la confianza en él depositada era prácticamente nula. El vitoriano no tenía entonces contrato en vigor como ahora ocurre con Bordalás, pero haber prescindido de sus servicios habría sido muy mal asumido por el alavesismo. No obstante, muy pronto se comprobó que nadie en el club creía en él y a las primeras de cambio se le cortó la cabeza sin remisión.
Si con Natxo González las dudas radicaban en su valía como técnico -durante toda la temporada en Segunda B tuvo la espada de Damocles sobre su cabeza y a punto estuvo de ser despedido mediado el curso-, en el caso de Bordalás lo que no genera ninguna confianza es la propia idiosincrasia del alicantino. En las oficinas del Buesa Arena, que es donde realmente se toman las decisiones que atañen a Mendizorroza, se cree en el trabajar y callar. Lo primero lo ha puesto el levantino desde el primer día y en ese sentido no hay duda alguna, pero muchas de sus declaraciones han irritado profundamente a la más alta instancia de este club, Josean Querejeta.
quejas por la plantilla Y es que, en lo referido a la plantilla, las divergencias son máximas. Y las cargas de profundidad más o menos sutiles de Bordalás a este respecto no han sentado nada bien. “Esto es lo que hay” es una frase que el preparador alavesista ha repetido en no pocas ocasiones a lo largo de la temporada, refiriéndose, principalmente, a la falta de calidad del equipo en su vanguardia. Además, la falta de sintonía con el máximo responsable deportivo, Javier Zubillaga, es evidente desde hace tiempo.
El famoso y tantas veces repetido “esto es lo que hay” no ha sido la única salida de tono en ese sentido que ha indignado al club. Tras pasarse todo el mes de agosto reclamando tres fichajes que no llegaron, tras el partido de Copa del Rey en Soria se despachó diciendo que tenía “dieciocho jugadores y dos del filial” haciendo la comparativa con la amplitud de la plantilla del Numancia. De las tres incorporaciones del mercado invernal aseguró que fueron “fichajes del club” en los que evidenció que nada había tenido que ver. Y en no pocas ocasiones ha desvelado con cifras lo que se gastan los rivales directos en sus plantillas, asegurando que la del Alavés cuesta 2,5 millones de euros, cantidad que el club eleva hasta los 3,5.
Bordalás se ha encargado de sembrar dudas acerca del esfuerzo económico de la directiva, sobre todo en el mercado invernal, por dar el salto a Primera, pero desde el club siempre se ha optado por templar gaitas y tratar de alejar esa sombra de la sospecha de que se ha gastado mucho menos de lo que puede. Lo han hecho ponderando la inversión, reiterando que la plantilla no puede ser tan mala cuando está a las puertas de Primera y, echando mano de ironía, señalando que el propio Bordalás también es “un fichaje del club”.
el respaldo de la grada Entre dos partes que teóricamente debían caminar de la mano gracias a la excelente trayectoria del equipo, las brechas son demasiado profundas como para dar por hecha la continuidad del entrenador por el simple hecho de que tenga otro año más de contrato asegurado.
Ya ha demostrado Josean Querejeta en varias ocasiones que el pulso no le tiembla si estima necesario ejecutar. No va a ser el posible ascenso el que decante la balanza en favor de la continuidad y que exista un contrato en vigor tampoco supondría mayor menoscabo, ya que se podría optar por la rescisión con una contraprestación económica para el técnico fácilmente asumible teniendo en cuenta que los ingresos de la próxima campaña podrían rondar los cincuenta millones de euros y que sus emolumentos no son elevados.
Eso sí, en el otro lado de la balanza hay que situar el factor emocional. Y es que muy poca gente entre la afición alavesista entendería que no siguiese al frente del equipo el entrenador que está a las puertas de devolver al Glorioso a Primera. Bordalás se ha ganado el cariño de la afición -en este sentido, su cercanía con cierto sector de la grada tampoco hace ninguna gracia-, que se colocaría de forma mayoritaria a favor del técnico y en contra de la directiva en caso de destitución. Un caldo de cultivo a futuro inmediato muy negativo -lo que menos gusta es que el asiduo de Mendizorroza se dé la vuelta y cargue contra el palco- que ya fue clave en su momento para optar por la continuidad de Natxo González, aunque eso redundase posteriormente en detrimento del propio equipo ya que estaban esperando el primer error del vitoriano para destituirle.
Un culebrón que quedará pendiente de resolución hasta que concluya oficialmente la temporada, pero en el que la lógica y la realidad discurren por caminos separados. En todo caso, ni al Alavés ni a Bordalás les faltarán alternativas. El técnico es el deseado por varios poderosos de la Liga Adelante, mientras que al club no le van a faltar candidatos a ocupar su banquillo.