Vitoria respondió ayer a la llamada del alavesismo para acompañar al Glorioso en la fase decisiva de la temporada y la ciudad se tiñó de azul y blanco para convertir en realidad la estrofa del himno que dice aquello de Vitoria entera te aplaude y te acompaña. Lo de alcanzar el gran triunfo, en este caso el ascenso a Primera División, será consecuencia, en gran parte, de ese respaldo que el equipo lleva recibiendo históricamente de una afición que nunca le ha dado la espalda y que en días de gloria como los que actualmente se viven se ve reforzada con nuevos integrantes.
Con el tardío horario del partido de ayer, el Casco Viejo fue epicentro de comidas y largas sobremesas. Encontrar una mesa libre en la almendra medieval era ayer cuestión imposible de no mediar reserva anterior. Desde la hora del vermú a las siete de la tarde, cuando comenzó la concentración promovida por Iraultza 1921, las calles más céntricas de la ciudad se llenaron de bufandas y camisetas con los colores del Alavés.
El ambiente fue ganando en colorido con el transcurrir de la tarde y la explosión llegó de nuevo propiciada por una de esas iniciativas de Iraultza que están ganando muchos adeptos para la causa alavesista. La kalejira hasta Mendizorroza se convirtió de nuevo en una auténtica marea de sentimiento albiazul. Eso sí, el momento álgido llegó con la aparición del equipo sobre el césped. Con las bufandas al viento, todo el alavesismo entonó el himno de Alfredo Donnay. La piel de gallina. Como para que los jugadores no arrancaran el partido con la adrenalina por las nubes.
En total, 12.785 espectadores poblaron las gradas de Mendizorroza, la tercera mejor entrada de la temporada. Y una cifra que se incrementará, con total seguridad, en los tres partidos que quedan por delante. El único punto negativo en la jornada festiva fue el altercado que se produjo en la calle Ramón y Cajal entre aficionados, si así se les puede llamar, de ambos equipos y que obligó a intervenir a la Ertzaintza.