Vitoria - El Deportivo Alavés regresa este sábado a Mendizorroza, el factor clave que tiene que empujar en el último tramo de la temporada para insuflarle al equipo esa fuerza necesaria para conseguir el ascenso a Primera División. No ha fallado el fiel aficionado alavesista a lo largo de todo el curso, lo mismo que en unas últimas temporadas en las que el sentimiento albiazul se ha vuelto a hacer patente en Vitoria tras años de letargo. El regreso a Segunda, la agónica permanencia, el surgimiento y crecimiento de Iraultza 1921, la suma de muchos jóvenes alavesistas en este período, la sensacional trayectoria del presente curso... Elementos todos ellos que han convertido el estadio del Paseo de Cervantes en una de las referencias del fútbol estatal en cuanto a ambiente y apoyo a su equipo. Y, llegado el momento decisivo, desde el club se reclama otro punto más para que los jugadores se sientan arropados en los cuatro partidos en casa que todavía quedan por delante.
This is Anfield. El lema del cartel que corona un estrecho pasillo que lleva de los vestuarios al césped del estadio del Liverpool es uno de los más conocidos del mundo del fútbol. Hau da Mendi! se ha convertido en su versión alavesista. Hazlo de Primera, el llamamiento del club a los aficionados para que ahora aprieten más que nunca. Para que desde el mismo túnel de acceso al campo se ericen los vellos. En ese corredor se resume la historia reciente del club en sus momentos más gloriosos. El once de Dortmund, el gol de Gañán en Kaiserslautern, Javi Moreno marcándole al Liverpool, el equipo que subió en 2013 de Segunda B, Manolo Serrano celebrando un tanto, la alineación del ascenso a Primera de 1998 ante el Rayo... Y, como colofón, la Virgen Blanca teñida de albiazul. Sentimiento albiazul. Glorioso txapeldun. Esto no puede parar. Vamos Glorioso. Nunca caminaréis solos. Los lemas que se recogen en ese túnel. El destino final que equipo y afición quieren escribir de la mano esta temporada.
Por Mendizorroza han pasado esta temporada, según los datos oficiales suministrados por el club, 180.791 espectadores, lo que refleja una media de 10.635 asistentes en los diecisiete compromisos disputados hasta la fecha. Cifra que se va a ir incrementando a partir de ahora de manera sustancial. Basta con recurrir al último partido en el estadio del Paseo de Cervantes, el disputado ante el Tenerife. Con 11.649 espectadores, se registró la tercera mejor asistencia del curso, solo por detrás de las visitas a Vitoria de Osasuna (16.140) y Athletic (13.581).
Es evidente que el efecto llamada de los buenos resultados y la opción de participar en un ascenso que está a la vuelta de la esquina son argumentos que siempre incrementan la asistencia, pero desde el club también se han buscado fórmulas para que vaya el mayor número de gente posible al campo. Promoción de dos entradas al precio de una para los abonados, regalos de banderas y camisetas o conmemoraciones especiales como el 15º aniversario de la final de la Copa de la UEFA ejercen también de reclamos atrayentes. Eso sí, ningún elemento es un imán tan poderoso como los triunfos. Y lo sabe bien el Alavés, aunque tampoco puede quejarse El Glorioso por falta de respaldo en sus peores días. Quizá en esos momentos de mayor sufrimiento, que no han sido pocos, hay que encontrar la razón de la supervivencia de una entidad que siempre ha tenido una importante masa a sus espaldas. Incrementada, eso sí, al calor de los buenos resultados o por estar a las puertas de momentos históricos.
16.000 espectadores ante el rayo Para ejemplos, sus dos últimos ascensos a Primera División, que hoy son recordados de manera tan diferente. En el de 1998 se alcanzó el tope de 16.000 espectadores -según las estimaciones de los periodistas que por entonces cubrían la información del equipo, ya que no había cifras oficiales- en el histórico partido del ascenso ante el Rayo Vallecano el 4 de mayo. En los dos partidos anteriores en Mendizorroza, ante Numancia y Osasuna, respectivamente, las gradas aún sin reformar del viejo estadio acogieron a 13.000 y 12.000 espectadores, respectivamente. Un registro que decayó en el partido con el que se cerró la andadura en la categoría de plata el 17 de mayo ante el Toledo, donde se congregaron 9.000 aficionados en un encuentro en el que nada había en juego. Una media de 12.500 espectadores.
Curiosamente, fue en el último partido de la 2004-05 cuando mayor número de aficionados se congregaron en Mendi para celebrar la fiesta de un ascenso que se había consumado una semana antes. 18.231 espectadores festejaron que el equipo de Dmitry Piterman -cuando ganaba no parecía tan malo para muchos- regresase a la máxima categoría. La serie de cuatro encuentros finales arrancó ante el Salamanca (9.170) y se incrementó notablemente ante Poli Ejido (14.050) y Córdoba (13.627), lo que refleja una media de 13.770 espectadores.