Vitoria - El Deportivo Alavés resucitó en Córdoba después de haberse pasado seis jornadas consecutivas sin degustar el dulce sabor de la victoria y ahora quiere volver a paladear esa magnífica sensación por segunda semana seguida para confirmar que ha dejado atrás ese bache por el que todos los equipos atraviesan y reafirmarse como claro aspirante al ascenso a Primera División recuperando el liderato que ayer le dejó en bandeja el Leganés con su tropiezo. Eso sí, en el lado contrario de la balanza está el riesgo de quedarse fuera del ascenso directo en caso de triunfo matinal del Nàstic. En una Liga Adelante cada vez más igualada según va corriendo el calendario, encadenar triunfos se convierte en una tarea titánica y que se ha demostrado prácticamente imposible para los integrantes de la zona noble de la clasificación. Por esa misma razón el equipo que consiga imponer su ley y acumular una serie de resultados beneficiosos va a dar sobre la mesa un golpe excepcional. Precisamente, el mazazo que El Glorioso pretende asestar a la Segunda División en su duelo de esta tarde contra un Albacete que llega sumido en la necesidad del que precisa sumar como sea para evitar el fuego del descenso de categoría, lo que hace de los manchegos un rival especialmente peligroso por mucho que la clasificación, engañosa como nunca a estas alturas, pretenda desmentirlo.
La resurrección en Córdoba llegó justo en el momento oportuno, cuando el cuadro albiazul veía peligrar la situación de privilegio en ascenso directo que durante tantos meses había ocupado. Ante un rival directo y en una situación psicológica de enorme exigencia por lo mucho que había en juego, los pupilos de José Bordalás sacaron a relucir su mejor versión y recordaron al equipo que durante un buen tramo del curso sembró el terror por su seguridad defensiva y su contundencia en la pegada para aprovechar alguna de sus ocasiones. Precisamente, en tierras andaluzas se recuperó la puntería por la que se venía penando tanto en jornadas precedentes y que había sido causa principal del bache de un equipo que en ningún momento perdió la compostura, el trabajo y el sacrificio.
A ese dartacanesco todos para uno y uno para todos se aferra este Glorioso al que nadie ha ganado nunca a esfuerzo. Que el equipo no es el más brillante ni el de mayor calidad de la Liga Adelante es una cuestión irrebatible, pero a correr y pelear no hay quien le supere. De nuevo, mantener la seguridad defensiva será el primer paso a recorrer en el camino hacia la victoria. El segundo y definitivo, una vez asentado el primer pie, será encontrar de nuevo el acierto en el remate negado durante tantas semanas y recuperado de manera esplendorosa en la visita al Nuevo Arcángel.
Utilizó Bordalás en ese encuentro una variante táctica con tres mediocentros de perfil trabajador y una sola referencia en punta de ataque que podría repetirse de nuevo esta tarde en el estadio Carlos Belmonte. En la convocatoria de ayer, el técnico alavesista incluyó a tres jugadores de este perfil al llamar también a Beobide y no sería de extrañar que el alicantino calcase la idea que tan bien funcionó la semana pasada con Mora ejerciendo como ancla del equipo y Bernardello y Manu García ejerciendo de perros de presa en la presión.
La novedad segura en el once inicial estará en el lateral derecho, demarcación a la que regresará Carpio tras cinco semanas de ausencia por culpa del esguince de hombro que sufrió justo antes de viajar a Leganés. No podía ser más oportuna la vuelta al equipo del salmantino, ya que Femenía se quedó en Vitoria al seguir arrastrando todavía dolor por culpa del golpe en el pie padecido en Córdoba.
Dando por hecha la apuesta por los tres pivote, la otra duda se traslada a los hombres de vanguardia. Juli, Toquero y Barreiro fueron los elegidos la última semana, pero en esta ocasión Bordalás gana en alternativas con el regreso de un Dani Pacheco que bien podría ser utilizado como dinamitador en la segunda parte si es necesario.
Con unos u otros, la idea del Alavés es clara ante un Albacete que se juega la vida y ha confiado la salvación a un César Ferrando que ya le ha dado su toque al cuadro manchego, que ahora arriesga mucho menos con el balón, practica un juego más vertical y se ha esmerado en el trabajo del balón parado.