Vitoria - El Deportivo Alavés ha ido perdiendo fuelle a lo largo de las últimas semanas y la clave hay que encontrarla en su cada vez mayor dificultad para perforar la portería rival. No es que el cuadro vitoriano haya sido ningún portento en este aspecto más allá de un arranque de temporada del todo irreal, pero en las últimas jornadas el problema se ha extendido incluso a una capacidad rematadora que está de capa caída. El gol está cada vez más caro, pero eso viene marcado por la escasez de oportunidades que es capaz de generar un equipo que se está topando contra un muro cuando trata de internarse en el área rival. La suma de seguridad defensiva y efectividad ofensiva hizo del Glorioso el equipo más temido de la Liga Adelante, pero el languidecer del ataque ha propiciado una caída en el rendimiento.

Un gol en los tres últimos partidos; cuatro dianas en los seis partidos de la segunda vuelta; diecisiete tantos en las diecisiete últimas comparecencias; dos veces en blanco en la segunda vuelta, cuando en toda la primera sucedió en cuatro ocasiones... Todos los registros dejan claro que el cuadro albiazul no atraviesa por su mejor momento en la ofensiva y ese mal está lastrando el rendimiento de un equipo que tiene que fiar todo a no encajar.

Los datos contrastan con los de un arranque del curso en el que el Alavés destacó por encima de todo por su pegada. Tres goles en su estreno; dos tantos en cinco jornadas; diez dianas en cinco encuentros... Así hasta la décima fecha del calendario, cuando se le endosaron tres goles al Córdoba que hacían que el total del equipo ascendiese a quince. Una media de 1,5 por partido. Y eso a pesar de haberse quedado en tres ocasiones sin marcar.

Desde entonces, las celebraciones han sido contadas. Tanto que la media de los últimos diecisiete partidos queda reducida a un gol por encuentro. El Glorioso consiguió maximizar hasta el límite el valor de cada diana para conseguir cuatro victorias por 1-0 y otras tres por 0-1. Los únicos triunfos que se salen de ese guión fueron el de Valladolid (1-2) y el logrado ante el Athletic (3-0). Y, precisamente, son esos dos partidos los que permiten que la media en esta serie se sitúe en un tanto, ya que compensan los roscos en Tenerife, Miranda y Leganés.

Para explicar esta decadencia ofensiva hay muchas razones, pero una de las claves es que últimamente el Alavés remata aún menos que de costumbre. Tampoco es que en sus mejores actuaciones destacase por ser un volcán ofensivo -y cuando lo ha sido, como por ejemplo contra el Nàstic, la efectividad le ha dado la espalda-, pero en las últimas jornadas cada vez le cuesta más crear ocasiones claras. En Leganés no hubo un remate claro entre los tres palos; el único que se produjo ante el Almería, acabó en gol; frente al Mirandés apenas se llegó al área rival... El cuadro albiazul, en este sentido, ha demostrado en muchas ocasiones que es capaz de encontrar petróleo en el desierto, pero es difícil conseguirlo si ni siquiera se intenta.

Falla el balón parado En dos apartados clave que habían sido fundamentales se ha perdido eficacia. Por una parte, las llegadas por las bandas, donde se encuentran los jugadores mejor dotados técnicamente del equipo. Kiko Femenía y Dani Pacheco, con los desdoblamientos de los laterales, han sido piezas muy efectivas para generar ventajas y meter el peligro en el área mediante su profundidad y desborde. Los dos extremos no se encuentran en su mejor momento y el rendimiento del equipo se ha visto lastrado por esos problemas para desequilibrar por las bandas.

Un segundo factor, no menos relevante, es la pérdida de eficacia en las acciones a balón parado. El Alavés fue durante la primera vuelta uno de los grandes dominadores de la estrategia y muchos de sus goles llegaron tras faltas o saques de esquina. Una fuente que se ha agotado en la segunda vuelta y que ha propiciado que el caudal ofensivo decaiga de manera preocupante.

Esos goles a balón parado permitían, además, que a los hombres de vanguardia se sumasen futbolistas más dedicados a la parcela defensiva, pero que hacían valer su habilidad en el juego aéreo, el olfato en los balones divididos o un buen golpeo. Así se unieron a la causa goleadora los Pelegrín, Raúl García o Manu García, una suma de piezas que servía para compensar la ausencia de un gran goleador.

Esa figura dentro la ha asumido Toquero, que firma ocho dianas y está en su mejor registro histórico. Pero tras él aparece prácticamente la nada. Por ejemplo, el segundo máximo realizador, Femenía, no ha marcado en las diez últimas jornadas tras haber acumulado cuatro tantos en las diecisiete anteriores. Juli, el siguiente en la lista de los hombres de vanguardia, solo tiene tres tantos en su haber, mientras que Dani Pacheco y Barreiro llevan dos por cabeza y Guichón y Llamas han marcado un gol.

Con la vanguardia lejos de su mejor momento y la bajada de efectividad a balón parado, las alternativas han brillado por su ausencia. El jugador llamado a ser el referente goleador de este equipo, Barreiro, ha aparecido con cuentagotas. Y en estas últimas jornadas, justo cuando había visto puerta con dos dianas seguidas ante Nàstic y Huesca, se ha visto privado de continuidad. En este aspecto en concreto, entender a Bordalás se hace tremendamente complicado, ya que el gallego es una amenaza para las defensas rivales, cuestión indispensable ahora que el ataque languidece.