Vitoria - Un liderato es como una planta delicada que necesita de cuidados y atención de manera permanente. Regado, podado, cambio de tierra, abonado, sulfatado... La parafernalia del mundo vegetal conlleva un tratamiento diferenciado para cada especie. Al menos, en el mundo del fútbol eso es diferente. El único alimento que reclama un primer puesto es seguir aportándole victorias. Una detrás de otra. Una semana detrás de otra. Un mes detrás de otro. Y así hasta el florecimiento final. . Fácil de decir, pero no tanto de hacer. Una exigencia de atención constante y de no cometer errores que es la misma que se le presenta ahora a un Deportivo Alavés que sabe que en su situación el más mínimo error puede echar por tierra el trabajo de meses. Y este Glorioso no quiere que se le marchite la flor del liderato que con tanto mimo ha cuidado hasta ahora.
El primer puesto reclama ahora de nuevo alimento. Tiene sed después de una última jornada en la que apenas recibió una gotita. Un empate en Oviedo que el alavesismo tomó como un gran resultado, pero que no deja de suponer un pequeño traspié dentro de un reto que exige el máximo cada fin de semana. En muchas ocasiones se comenta que un empate a domicilio se hace bueno con una victoria a continuación en casa -la conocida media inglesa- y el Alavés tiene la oportunidad de refrendarlo esta tarde en su duelo contra el Llagostera.
Indica la clasificación que el conjunto gerundense que vive exiliado en Palamós es el penúltimo clasificado de la Liga Adelante, pero de sobra sabe el equipo que hay que apartar la tabla de la mente cuando comienza cada partido. Por Mendizorroza tienen que pasar unos cuantos rivales que en estos momentos se encuentran encuadrados en la zona roja o cerca de ella y lo único que eso asegura es duelos tremendamente competidos ante equipos que comienzan ya a jugarse el todo por el todo.
rival que se atraganta La experiencia con el Llagostera -un empates y dos derrotas en los tres duelos precedentes-, además, tiene que servir como advertencia a navegantes. Pensar en una victoria sencilla por las diferencias en la clasificación solo entraría en mentes que no entienden de esto. Podría darse, porque todo es posible en el fútbol, pero nadie pondría la mano en el fuego por ello. Más aún conociendo a un Alavés que es sólido y fiable, pero que lleva unas cuantas jornadas con la puntería sin afinar y que ha evidenciado graves problemas cuando no es capaz de decantar desde muy pronto el marcador a su favor.
Por esta razón, la palabra paciencia ha sido una de las más repetidas por los jugadores albiazules a lo largo de esta semana. O, lo que es lo mismo, tener claro que cada partido dura más de noventa minutos y que no tiene que resolverse todo en los primeros segundos. Calma y pausa con el balón. Tiempo para pensar. Mucho movimiento del esférico. Tranquilidad. Todos estos factores se presenta como determinantes si, como se prevé, el cuadro gerundense se planta en Mendizorroza con el objetivo de rascar algún punto a base de resistir en defensa y percutir a la contra con sus peligrosos balones en largo. Los catalanes son los peores visitantes de la categoría al haber conseguido solo un empate a domicilio, pero cuando el colegiado señale el inicio del partido eso no querrá decir absolutamente nada y el riesgo será permanente y creciendo según vaya avanzando el cronómetro si no se consigue abrir rápido la lata goleadora.
Contará José Bordalás para este partido con su arsenal al completo. No hay bajas para este partido y ya están a su disposición todos los fichajes invernales. Eso sí, como ha quedado claro a lo largo de toda la temporada, que alguno de los habituales desaparezca del once inicial base parece prácticamente imposible de no mediar una mala racha. La única duda reside en la figura de un Manu Barreiro que acumula dos titularidades consecutivas, lleva dos goles en los tres últimos partidos y se perfila como pieza clave en el ataque para la segunda vuelta tras estar infrautilizado en la primera. El gallego podría ser la única novedad dentro del once más habitual.