Vitoria - El año 2015 toca a su fin, pero antes de las vacaciones el Deportivo Alavés quiere llevarse a la boca el primer dulce de las Navidades. Solo queda un día antes del asueto festivo de las fechas venideras, pero el trabajo para este equipo todavía no ha concluido. Hasta que no se tache en el calendario laboral la última jornada hábil, no hay descanso que valga. El Glorioso ha firmado hasta la fecha una campaña excepcional, pero aspira a dar un nuevo golpe sobre la mesa que le permita comenzar el 2016 con la vitola, por méritos propios, de ser uno de los más claros aspirantes al ascenso a Primera División. Y ningún sitio mejor para ese golpe de efecto que imponerse en territorio hostil. Donde nadie lo ha hecho todavía. La visita a Ponferrada, al inexplugnable El Toralín, se presenta como una oportunidad de oro para el equipo de José Bordalás. Un día para asumir riesgos. Una jornada para hacer saltar la banca. Siempre hay algo que perder, es indudable, pero un tropiezo no resultaría excesivamente dañino teniendo en cuenta el cómodo colchón que este Alavés se ha asegurado. En cambio, conseguir una victoria en tierras leonesas supondría un salto de calidad impresionante para un equipo que se dispararía todavía más en la zona noble de la clasificación. Por eso, esta tarde El Glorioso acometerá el asalto a un estadio como El Toralín que mantiene todavía el cartel de inexpugnable en lo que va de curso.

Llega el equipo de Bordalás a la cita después de cinco jornadas consecutivas sin perder y con un empate como último resultado. El difícil mes de diciembre se ha saldado hasta la fecha con buena nota, aunque la calificación definitiva dependerá del resultado de esta tarde. Puede ser sobresaliente con el triunfo, pero también quedarse en el suficiente en caso de tropiezo o rozar el notable con un empate. En todo caso, la buena cantidad de puntos atesorada con anterioridad hace que el cuadro albiazul llegue a este duelo con los deberes hechos y, por ello, con la posibilidad de arriesgarse en busca de la nota más alta sin el miedo a verse gravemente perjudicado en el caso de fracasar en su intento de asalto a El Toralín.

el peaje de la copa Por su parte, la Ponferradina llega al último partido del año con el dolor todavía en el alma -y también cansancio acumulado en el cuerpo, aunque los más habituales disfrutaron de descanso para estar frescos para el partido de esta tarde- tras la eliminación de la Copa del Rey sufrida el pasado miércoles en Eibar. El equipo leonés, que llegaba a Ipurua con un 3-0 de la ida, sufrió en el torneo del K. O. el mismo mal que le viene afectando en la Liga, que es su inoperancia como visitante. Eso sí, commo contrapunto, el cuadro berciano ha convertido El Toralín en un fortín inexpugnable, emulando la figura del castillo templario que corona la propia ciudad. Los registros de los pupilos de Manolo Díaz en casa son demoledores. Seis victorias y dos empates en Liga (veinte puntos de los veinticinco que tiene en su casillero) y otros dos triunfos en Copa, con 22 goles a favor y solo seis en contra. Por si fuera poco, El Toralín es un campo que al Alavés no se le da nada bien y solo ha conseguido una victoria en sus seis visitas precedentes.

Bordalás se verá obligado a esta tarde a variar de nuevo sus planes habituales por culpa de la sanción por acumulación de cinco amarillas de Raúl García. La fortuna se ha mostrado de nuevo adversa, ya que el lateral izquierdo es la única demarcación en la que no hay relevo natural hasta que no se pueda inscribir a Iñaki. La alternativa habitual del técnico alicantino en estos casos ha sido mandar a Javi Carpio a la izquierda y poner a Dani Estrada en la derecha, aunque es una solución que no ha funcionado bien. Así, la puerta para Einar en el flanco zurdo, manteniendo a Carpio en su posición natural, está abierta en esta ocasión.

La otra opción de variante vendría desde el punto de vista táctico. En el entrenamiento del jueves, el preparador alavesista probó en punta de ataque con la pareja formada por Manu Barreiro y Gaizka Toquero. Si finalmente el gallego entra en el once inicial, el sacrificado para quedarse en el banquillo sería Juli.