Vitoria - El Deportivo Alavés arrancó la temporada como un huracán en la vertiente ofensiva, una fuerza desatada prácticamente imposible de contener en muchas ocasiones, pero la intensidad del vendaval se ha ido reduciendo con el paso de las jornadas hasta un tránsito, el actual, en el que el equipo de José Bordalás está evidenciando que tiene bastantes problemas cuando se acerca a la portería rival. Más que una cuestión de acierto, aunque en algunos casos también se puede afirmar de que ha habido falta de puntería, se está tratando de una falta de argumentos en los metros finales si se excluye la propuesta de llevar el balón a las bandas y desde allí buscar una y otra vez unos centros que tampoco están resultando muy efectivos. Así, si en sus diez primeros compromisos ligueros el equipo vitoriano firmó quince dianas -la media por partido era de 1,5-, en los últimos siete ha firmado otros tantos goles, por lo que el bagaje ha quedado reducido a una diana por comparecencia. Eso sí, el rendimiento ahora de cada acierto es mucho más elevado, ya que al mismo tiempo que el caudal ofensivo se ha rebajado también ha descendido notoriamente el de los tantos encajados.
El Alavés lleva cinco partidos consecutivos marcando, pero solo en uno de estos encuentros, el de Valladolid, consiguió dos dianas. Precisamente, llegaron en la tarde más acertada de los dos únicos futbolistas que han demostrado que tienen capacidad para generar desequilibrios de manera individual: Dani Pacheco y Kiko Femenía. Los dos extremos son piezas fundamentales en la ofensiva, ya que por velocidad, recursos y calidad técnica son las mejores piezas de la plantilla para generar situaciones de ventaja de manera individual. El resto del equipo depende mucho más de que le lleguen balones en buenas condiciones, unas acciones en cuya creación también son fundamentales tanto el malagueño como el alicantino. Precisamente, de su conexión llegó el tanto del sábado ante el Alcorcón.
Está echando a faltar el conjunto albiazul un goleador letal en su ataque. El arranque de curso de Gaizka Toquero fue excepcional con cuatro dianas en las diez primeras jornadas, pero parecía evidente que el vitoriano no podía mantener ese gran ritmo. Así ha sido, ya que en los últimos siete partidos solo ha añadido un tanto más a su casillero y ha fallado algunas ocasiones que un delantero no puede perdonar.
Entra en escena, ante los problemas de cara a la portería rival, la necesidad de contar con un ariete de garantías. Y la irrupción por fin positiva de Manu Barreiro en los minutos finales del duelo con el Alcorcón es una puerta a la esperanza en este sentido. El gallego está ofreciendo un rendimiento muy por debajo de lo que de él se esperaba, pero lo cierto es que las oportunidades que ha tenido también han sido contadas. Primero por culpa de sus problemas físicos y después por su propia incapacidad para aprovechar los minutos que ha tenido. El sábado se le vio muy bien en el tramo final y fue pieza indispensable para la reacción del equipo. Es evidente que tiene que empezar a jugar más.
Esa necesidad de que Barreiro se haga, por fin, importante no es obstáculo, además, para que el club se encuentre analizando el mercado en busca de un delantero que pueda ejercer de faro goleador en el segundo tramo del curso para así tratar de asaltar el ascenso.