Vitoria - El Deportivo Alavés ha aprendido una forma de ganar y se ha empeñado en repetirla una y otra vez. Y ya son tres victorias consecutivas con el mismo guión: un solo gol y la portería a cero. El recuerdo del Glorioso de Mané que en la temporada 1997-98 consiguió el ascenso haciendo gala de unas virtudes muy parecidas a las que el equipo de José Bordalás ha exhibido en sus últimas comparecencias sobrevuela ya Mendizorroza. Y es que este equipo se ha embebido de un estilo en el que la eficacia prima por encima de todo y disfruta dando con el mazo sobre la cabeza de unos oponentes que desfilan sin ser capaces de romper la ecuación victoriosa.

El cuadro albiazul sufrió ayer durante muchos minutos de la primera parte ante la posesión de balón del Mallorca, pero fue capaz de cerrar las vías hacia la portería de Fernando Pacheco y de aprovechar a la perfección un error garrafal de Wellenreuther. El Alavés llevó ayer al extremo la máxima de que los partidos se ganan en las áreas y, de nuevo, fue el mejor en las dos zonas decisivas del campo.

Por tercera jornada consecutiva un solo gol condujo al máximo premio. En esta ocasión fue Pelegrín, con la inestimable colaboración del guardameta bermellón, el encargado de perforar la meta rival en un nuevo acierto a balón parado de un defensa. Eso sí, el trabajo colectivo fue de nuevo extraordinario, sobre todo en una segunda parte en la que el Alavés interpretó a la perfección el manual de la eficacia para cerrar las vías ofensivas al equipo balear. Un alarde de efectividad con la tercera victoria consecutiva con un gol a favor y ninguno en contra.