0-1, minuto 75: Raúl García. Falta en la frontal del área sobre Toquero y gallego pone el balón en la escuadra con un preciso toque a la escuadra por encima de la barrera.
Expulsó por doble amarilla a Carpio (minutos 38 y 76) y a Pau Torres del banquillo en el minuto 95. Amonestó a Pelegrín (minuto 8), Laguardia (minuto 21), Ilie (minuto 70), Toquero (minuto 72), Hugo Álvarez (minuto 73), Femenía (minuto 89) y Mora (minuto 92).
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Elche - Necesitaba el Deportivo Alavés recobrar las buenas sensaciones que desaparecían cuando le tocaba actuar lejos de Mendizorroza y el equipo vitoriano se convirtió ayer de nuevo en un visitante muy peligroso. Sin necesidad de grandes alharacas, echando mano de seriedad y solvencia, el cuadro albiazul fue llevando el duelo con el Elche a su terreno. Primero a base de cortocircuitar el juego de un rival que se fue ahogando con el paso de los minutos ante la seriedad defensiva visitante. Y, en el tramo final, se fue a por el rival y tuvo el acierto en las botas de un Raúl García que se ha especializado en el lanzamiento de faltas directas. Cuando todo parecía resuelto, llegó de nuevo el sufrimiento. Una nueva expulsión, en este caso de Javi Carpio, obligó a aguantar en inferioridad durante veinte minutos. Y ahí de nuevo salió a relucir la solidez de este equipo que pasó la noche en ascenso directo.
Tras muchas pruebas en los últimos partidos lejos de Vitoria, José Bordalás recuperó el 4-4-2 y el mismo once inicial que dispuso en el estreno del curso en Huesca, con el regreso al once inicial de Víctor Laguardia y Facundo Guichón una vez superadas sus respectivas sanciones. Pero, nombres a un lado, lo que recuperó el cuadro albiazul fue su versión ambiciosa, buscando hacer daño al rival dejando a un lado esa imagen de equipo contemplativo que ofreció en Tenerife.
Un cabezazo de Armando y una contra en la que Pelegrín hubo de arriesgar la amarilla para frenar a Sergio León fueron los primeros avisos del Elche, pero acto seguido Femenía a punto estuvo de hacer saltar la banca al peinar una mala cesión al portero local, pero su remate golpeó en el larguero. Un toma y daca en toda regla entre dos contendientes decididos a asestar un mazazo en primera instancia.
El paso de los minutos dio paso a un mayor control por parte del inquilino del Martínez Valero, mucho mejor con el balón y llegando con peligro al balcón del área. Por si fuera poco, los problemas para la zaga albiazul se incrementaron cuando a los veinte minutos el otro central, Laguardia, también recibió una amonestación (no estuvo el colegiado, Pizarro Gómez, tan rápido con las tarjetas cuando las patadas las dio el equipo de Rubén Baraja, ya que poco después era Carpio el sancionado). Un riesgo enorme, más aún teniendo en cuenta los precedentes y los riesgos que ambos defensas iban a tener que asumir, sobre todo dentro de un partido con muchas interrupciones, juego subterráneo y en el que el alto ritmo inicial se vino abajo por completo.
Tras unos compases de sufrimiento sin balón, fue el Alavés capaz de reengancharse al partido a través de las apariciones de Sergio Mora en la zona de creación. Cuando el madrileño cogió el esférico, echó mano del tiralíneas para dividir la defensa franjiverde y servir pases de mucho peligro, aunque sus compañeros en los metros finales no fueron capaces de aprovechar esas apariciones del cerebro albiazul. Cuestión que bien pudo haber sido distinta si Pizarro Gómez hubiese castigado con penalti un derribo sobre Toquero y acto seguido un manotazo a Juli. El colegiado entendió que dichos contactos no fueron suficientes, así que las tablas continuaron presidiendo el electrónico al descanso.
De nuevo en el arranque del segundo acto se recuperaron las revoluciones del inicio del partido, pero con el correr del cronómetro fue el Alavés el que fue imponiendo su estilo ante un Elche cada vez más tembloroso, sobre todo a nivel defensivo. Las llegadas vitorianas generaban mucha sensación de peligro dada la inestabilidad local, pero faltaba el paso adelante para ir a por la victoria a pecho descubierto. Eso sí, el que tuvo la mejor oportunidad en esos minutos fue el equipo de Baraja, pero Laguardia estuvo muy atento para salvar lo que parecía ya un gol cantado de Álvaro.
Pero al final el que tuvo la puntería afinada fue un Raúl García que le ha cogido el truco a las faltas. Si en Almería la metió desde la frontal con un disparo por encima de la barrera, ayer repitió lanzamiento con todavía mayor precisión para batir a Javi Jiménez en el minuto 75. Todo se ponía de cara, pero apenas unos segundos después Carpio recibía la segunda amarilla. De nuevo tocaba ejercicio de resistencia y volvió el equipo a demostrar que no le pesa la inferioridad numérica -eso sí, tuvo que aparecer un Pacheco providencial con una parada propia de portero de balonmano- para llevarse el segundo triunfo consecutivo que le catapulta, de momento, al ascenso directo.
Tras el descanso que Bordalás le dio en Tenerife, el gallego vuelve a recordar a su mejor versión. Para culminar un gran trabajo en el lateral, consiguió un nuevo gol de falta directa.
Regreso a los orígenes. El Alavés se pareció de nuevo al peligroso visitante de las primeras jornadas en varias fases del partido, aunque sin ser tan agresivo en la presión como en ocasiones precedentes. El equipo estuvo muy serio en defensa, concediendo muy pocas ocasiones y ya mediada la segunda parte se fue decididamente al ataque hasta que encontró el gol. Luego resistió bien en inferioridad.
El salmantino volvió a cuajar un partido notable en las labores defensivas, pero arriesgó demasiado con una amarilla, vio la segunda y metió al equipo en problemas al final.
Mucho trabajo. El Alavés planteó un partido de mucho esfuerzo para cerrar el juego alegre del Elche y fue capaz de aguantar el tipo sin pasar demasiados problemas hasta que se decidió a ir a por el partido. Tras el gol y la expulsión de Carpio, de nuevo mostró mucha solvencia para manejar la ventaja en inferioridad.
Decisivo Raúl García. No tuvo el Alavés muchas ocasiones muy claras, pero a balón parado dio mucha sensación de peligro. Fue el lateral izquierdo gallego el que sacó a relucir habilidad en la ejecución de una falta directa que fue decisiva para el triunfo.