Hace ahora casi cuatro meses, el exjugador del Deportivo Alavés Daniel García, futbolísticamente conocido como Toti, recibía el permiso por parte del club para negociar su salida de Vitoria y recalar en la exótica Tailandia, donde el Bangkok Glass, uno de los conjuntos de referencia de su Primera división, había llamado a la puerta del salmantino. A sus 28 años, con un jugoso contrato de dos temporadas encima de la mesa y la oportunidad de conocer y vivir junto a su familia otro de tipo de experiencia profesional terminaron por convencer al habilidoso interior, a pesar de reconocer en una carta posterior remitida a la afición albiazul que la salida fue la decisión deportiva más difícil de su vida. De aquello han pasado ya cuatro meses. Mucho más que un mundo cuando se habla de fútbol, acostumbrado a ensalzar o triturar jugadores y equipos en cuestión de horas. Como quiera que la marcha de su antiguo equipo ha generado hasta la fecha un clima de optimismo entre la masa social de la entidad albiazul, el nombre de Toti solo forma parte ya de la historia del Alavés. Y eso que hasta no hace mucho era uno de los jugadores de referencia de la entidad. Pero lo dicho, el fútbol nunca tiene memoria.

Y en estas, el ex del Alavés continúa amoldándose a su nueva vida en la distinta y lejana Tailandia, que todavía aguarda la mejor versión del salmantino, según reconoce él mismo a este periódico. La noticia de su adiós pilló al alavesismo de fiesta. Aquel 25 de julio, festividad de Santiago, Toti ya había empezando a ubicar Bangkok en el mapa, cosmopolita capital que conocería poco después. Se incorporó a su nuevo equipo mediada la temporada -aquí la liga se desarrolla en el año natural-, peleando de tú a tú con los dos clubes de referencia, el Burinam y el Muangtong, pero varios pinchazos inoportunos en partidos clave desde entonces ha provocado un cambio en el objetivo. “Ahora estamos peleando por el tercer puesto que nos puede dar acceso a la previa de la champions asiática”, reconoce el salmantino.

Desde su llegada, ha disputado nueve partidos -en todos ellos fue titular- y ha concedido cuatro asistencias, aunque la asignatura del gol continúa en su debe. En su nuevo y babilónico destino comparte vestuario con un macedonio, un japonés y un inglés, además del ex del Tenerife Aridane Santena. El el resto son tailandeses que tiran de un traductor inglés para poder comunicarse.

Parones continuos de la liga Para la suerte del jugador charro, el castellano goza de cierto predicamento en su nuevo equipo ya que casi todo el cuerpo técnico es español: el entrenador, Ricardo Rodríguez, que llegó esta temporada desde el Ratchaburi de la misma competición y que anteriormente dirigió al Girona, así como el preparador físico y el entrenador de porteros. Lejos de lo que podría pensarse de una liga menor como la tailandesa, aventura Toti desde Bangkok, el nivel físico no tiene nada que envidiar al que existe, por ejemplo, en el actual Alavés que dirige Bordalás. “Se entrena lo mismo que allí, solo que por la tarde porque el calor y humedad son muy altas. Quizá en resistencia aguanten un poco menos pero las similitudes son varias en este aspecto”, reconoce el futbolista, que a la hora de evaluar otros aspectos del juego como la lectura de un partido o el rigor táctico del mismo sí advierte entonces que las cosas sí son muy distintas. “Me ha sorprendido la calidad y lo habilidosos que son los jugadores, pero el fútbol aquí es muy diferente; todo es más desordenado y alocado. Les cuesta asimilar la táctica”. Como quiera que en estos momentos la selección tailandesa se está jugando la clasificación para el próximo Mundial, todos los esfuerzos institucionales y deportivos están centrados en ello, por lo que los daños colaterales en los equipos de la liga son varios. El más evidente son los parones de la competición, reconoce el salmantino, que hasta la fecha ha sufrido al menos tres, alguno incluso de tres semanas. Ante este tipo de escenarios, son habituales las minipretemporadas como las que Toti y el resto de compañeros acaban de completar en Oasaka (Japón). “Con tanto trajín es difícil mantener una preparación física óptima y un ritmo de competición adecuado, pero bueno, supongo que serán cosas que tendrán que resolverse poco a poco”, resuelve el ex del Glorioso, que debido al cambio horario no suele tener la oportunidad de seguir a sus antiguos compañeros en directo ni en los resúmenes de las grandes ligas. “No puedo tener una sensación clara del equipo pero sí creo que debería reforzarse en diciembre; la plantilla es corta, la liga es muy exigente y siempre habrá lesiones”, valora el futbolista, que como no podía ser de otra manera, también suele padecer la típica morriña del que emigra de su patria. “Me estoy adaptando bien pero hay veces que echas de menos a los tuyos y en lo futbolístico a tus amigos o ese ambiente único de Mendi. Aquí jugamos sobre césped artificial ante siete u ocho mil personas, a los que después del partido estamos obligados a saludar, ganemos o perdamos, al igual que al equipo con contrario. Es una afición muy tranquila y respetuosa, pero no tan caliente como la de Vitoria (risas)”, matiza el jugador, en cuyo móvil sigue habiendo cabida para dar respuesta a antiguos camaradas de vestuario como Juanma, Rafa García, Unai, Jarosick y, de los que aún continúan de la pasada temporada, Beobide, Raúl (García) y Manu. “Dejé grandes amigos allí con los que suelo hablar para ponernos al día”.