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1-0, minuto 17: Juli. Gran acción individual de Toquero por la banda izquierda y su centro raso lo empalma a la perfección Juli para batir a Becerra de remate raso y cruzado.
Expulsó por doble amarilla a Einar (minutos 25 y 28), Dani Pacheco (minutos 41 y 70) y Mata Mata (minutos 36 y 71). Amonestó a Granell (minuto 31), Fernando Pacheco (minuto 38), Toquero (minuto 52), Manu García (minuto 71), Beobide (minuto 91) y Estrada (minuto 91).
Vitoria - El Deportivo Alavés recuperó ayer del armario las pinturas de guerra y la ropa de camuflaje para convertirse en un maestro en el arte de sobrevivir a la adversidad. Como si hubiese sufrido una tormenta de arena en el medio del más árido desierto y sin una triste cantimplora que llevarse a los labios. Todo un ejercicio de resistencia a las trampas que se fue encontrando por el camino. Y una actitud y entrega encomiable para superar el destrozo que le provocó en inefable colegiado asturiano Areces Franco, que se empeñó en hacer lo posible y lo imposible para aguar la tarde al Glorioso. Pero si hay alguien que sabe manejar este tipo de situaciones ese es José Bordalás, que manejó el partido a la perfección para hacer bueno el solitario gol de Juli y no sufrir en exceso en inferioridad numérica durante más de una hora. Y, dentro de ese manual de supervivencia, algunos jugadores interpretaron a la perfección el otro fútbol. Porque de no haber mediado Manu García en la particular pelea que acabó con Mata expulsado cuando el cuadro albiazul ya estaba con nueve, seguramente el resultado habría sido bien distinto a esa victoria que engancha de nuevo al Alavés a la cabeza.
Tras el descalabro de Tenerife, la recomposición del once era obligada y Bordalás retornó a la normalidad -Raúl García, Carpio en su sitio, Dani Pacheco y sistema 4-4-2 con doble referencia en punta de nuevo con Juli y Toquero- con la apuesta de Einar en el centro de la zaga en sustitución del sancionado Laguardia. Un equipo completamente reconocible, que no es poco teniendo en cuenta el esperpento de la anterior jornada. Y, además de en nombres y dibujos, el equipo de siempre en el aspecto actitudinal.
De cara y sin esconderse. Así encaró el cuadro albiazul el duelo con un Girona que desde el primer minuto enseñó los dientes. Pero no se amedrentó el cuadro albiazul ante el que seguramente es uno de los mejores equipos de la Liga Adelante, con otro entrenador como Pablo Machín que no entiende lo que significa la palabra especular.
En su planteamiento, buscó Bordalás crear problemas al equipo catalán mediante acciones de superioridad en las bandas. Y para conseguirlas y sacar a los tres centrales de posición no dudó a la hora de apostar por la movilidad de sus hombres de ataque y la suma a la ofensiva de los laterales. Así, se pudo ver a Toquero y Juli cayendo a los costados y también a Femenía buscando el pasillo central.
Precisamente mediante la velocidad del alicantino llegaron los dos primeros avisos, pero fue Toquero quien se inventó el gol. El vitoriano ejecutó una maravillosa jugada por banda izquierda y su centro lo cazó Juli para definir a la perfección y abrir el marcador a los 17 minutos.
El objetivo de salida estaba cumplido y tocaba ceder el balón y retomar aire en los pulmones tras un arranque muy exigente. Con lo que no contaba el cuadro albiazul era con el protagonismo que quiso darse Areces Franco. El colegiado, que anteriormente se había inhibido cuando veteranos habían enseñado los dientes y también los tacos, se ensañó en esta ocasión con el más joven. Dos faltas consecutivas de Einar, en los minutos 25 y 28 y las primeras que cometía en todo el partido, le costaron sendas amonestaciones y la consiguiente expulsión. Dos acciones que pudieron se punibles, pero que ni de lejos merecieron semejante castigo.
Semejante atropello provocó la crispación en Mendizorroza, como no podía ser de otra manera. Una hora por delante con un jugador menos, mucha tela que cortar. Como solución no echó mano Bordalás del banquillo y recompuso su equipo situando a Manu García como central y retrasando a Toquero al centro del campo. Y, lejos de amedrentarse, siguió el cuadro albiazul buscando la velocidad a la contra y resistió sin problemas hasta el descanso su merecida ventaja.
Cabía esperar algún cambio por parte del técnico alicantino para la segunda parte, pero no varió de salida ni un ápice su planteamiento. A los mismos diez que acabaron la primera parte les tocaba exprimirse de nuevo hasta que el cuerpo aguantase y llegasen los cambios. Y sin renunciar al ataque, ya que fue de nuevo el Alavés el que llevó el peso en los primeros minutos.
Corrían las manecillas del reloj muy despacio y en cansancio hacia seria mella en los albiazules cuando a los 70 minutos se acordó Areces Franco que el protagonista era él. Segunda amarilla para Dani Pacheco tras dejarse caer al borde del área y el Alavés se quedaba con dos jugadores menos, aunque solo durante unos segundos. Los que tardó el colegiado asturiano en manda a Mata al vestuario después de su enésimo rifirrafe de la tarde con un Manu García muy hábil para forzar la expulsión del delantero.
De ahí al final, ya con las fuerzas muy justas y el Girona volcado, no quedaba otra que quemar las naves en la presión y tratar de cerrar todos los huecos. Lo consiguió el cuadro albiazul con un cierre de partido sobresaliente teniendo en cuenta los inconvenientes. Solo en un disparo lejano inquietó un cuadro visitante incapaz de dinamitar a un Alavés que hizo de la supervivencia arte.
Soberbia gestión. Por el historial que le acompaña, el técnico alicantino ha tenido que enfrentarse en muchas ocasiones a partidos en los que su equipo estaba en inferioridad y ayer demostró que esa experiencia es un valor añadido. Con once su Alavés fue muy superior, pero durante la hora entera que estuvo en inferioridad apenas concedió ocasiones al rival y estuvo muy serio en su trabajo.
El vitoriano estuvo ayer a nivel estelar dentro del enorme partido de todo el equipo en cuanto a trabajo. Asistió a Juli y ayudó mucho como mediocentro y de lateral izquierdo.
El vitoriano estuvo muy bien en los primeros minutos, con velocidad en la anticipación y solvencia, pero en dos faltas que pudo haber evitado recibió dos amarillas rigurosas. Para aprender.