Vitoria - “¡Al Mirandés hay que ganarle como sea!”. Así impelía ayer un aficionado alavesista a los jugadores cuando se disponían a saltar al césped para comenzar el entrenamiento en Ibaia. “Yo no les deseo nada malo, pero a ver si les metemos cinco de una vez”, explicaba otro. “Todos los años es lo mismo. Salimos con seis puntos menos. Y cuando estaba el Eibar, con doce”, se lamentaba un tercero. Mucha frustración acumulada entre los seguidores albiazules. Y no es para menos, ya que el Mirandés se ha convertido en la particular bestia negra del conjunto vitoriano en los últimos años. Cada vez que pisa Mendizorroza, se masca la tragedia. Desde el 9 de diciembre de 1990 no sabe El Glorioso lo que es ganarle al vecino en Mendi. Pero este equipo no quiere que la particular matraca mirandilla -las bromas y piques entre conocidos son de las que escuecen- en Vitoria cumpla los 25 años a los que ya se acerca.
Un gol de Feijoo en una fría tarde en Mendizorroza supuso la última alegría alavesista como local en este particular derbi vecinal. Tardaron los dos equipos casi dos décadas en volver a encontrarse. El Alavés había tocado techo hasta hundirse en su propia miseria. El Mirandés había conseguido sacar la cabeza de su particular pozo. Y la fatídica tarde del 22 de noviembre de 2009 comenzó la maldición que aún sigue vigente.
El Alavés de Pereira no se recuperaría ya de aquel mazazo. Un 1-2 en el que Pablo Infante y el colegiado Muñoz Caravaca fueron los grandes protagonistas. Entre el uno y el otro dejaron al cuadro albiazul con cuatro jugadores menos y con una derrota que hizo mucho daño.
La campaña siguiente, con Álvarez Tomé en el banquillo, el equipo rojillo provocó en Vitoria la primera derrota alavesista de la temporada (1-3). El siguiente curso, con Granero al frente, el Alavés no fue capaz de superar al conjunto burgalés (2-2) en una penúltima jornada en la que los locales se jugaban sus opciones de play off y los visitantes actuaron con sus jugadores menos habituales tras haberse asegurado el primer puesto del grupo.
La particular maldición no tuvo continuidad tras el ascenso mirandilla a Segunda. Y, casualidades o no, hubo de estar ausente el vecino para que El Glorioso por fin lograse retornar a la categoría de plata. En su primer enfrentamiento en la Liga Adelante, de nuevo los rojillos sacaron a relucir su mejor versión en Vitoria (0-2) en otro partido recordado por la expulsión de Guzmán con Pablo Infante de nuevo ejerciendo de instigador.
Aquella campaña concluyó, en lo deportivo, con la agónica salvación del Alavés que, precisamente, condujo al Mirandés a Segunda B. Pero el descenso administrativo del Murcia permitió que el derbi vecinal se repitiese de nuevo la pasada temporada. Y, como resultado, nada nuevo bajo el sol. El Glorioso de Alberto tocó fondo en el primer partido del nuevo año ante un rival que campó a sus anchas por Mendizorroza de nuevo. Cuatro derrotas y un estéril empate en las cinco últimas visitas del Mirandés a Vitoria. Una racha que hay que cortar ya. - B. Mallo