Mientras que la mayoría apostaba por el hermanamiento, unos pocos prefirieron el camino del enfrentamiento. Y, de nuevo, la acción negligente de esos pocos fue la que se convirtió en noticia de portada en los informativos, rotativos y la red. Una vez más, la actitud beligerante de esos grupúsculos que disfrazan su violencia detrás de los colores y el escudo de un club propició que el fútbol quedase relegado a un segundo plano. En esta ocasión en Vitoria y con supuestos aficionados del Deportivo Alavés y del Betis como protagonistas de dos peleas. La primera de ellas, el viernes por la noche. La segunda, ayer a mediodía en Ariznabarra. Sin repercusiones graves ninguna de las dos, pero deleznables en todo caso.
La primera confrontación se produjo el viernes por la noche en las inmediaciones del hotel de concentración del equipo verdiblanco. Dos pequeños grupos de aficionados de ambas partes llegaron a las manos y estos hechos llegaron a la Comisión Antiviolencia, que de madrugada decidió calificar el partido como de alto riesgo.
Pese a ello, no fue el único altercado, ya que ayer a mediodía en el barrio de Ariznabarra se produjo un nuevo enfrentamiento entre hinchas radicales de ambos equipos. Cuando las dos partes se encontraron -se asegura que no habían quedado de antemano, pero parece evidente que sí lo hicieron-, comenzó una batalla campal con lanzamiento cruzado de botellas, sillas e incluso mesas de los locales adyacentes a la zona de la pelea. En total, alrededor de un centenar de personas participaron en los actos violentos.
Un ertzaina de paisano que se encontraba en la zona en previsión de posibles nuevos problemas realizó un par de disparos al aire y procedió a avisar a sus compañeros, lo que propició que los seguidores del Alavés se dispersasen con rapidez. Los agentes procedieron a identificar a los seguidores del Betis, que posteriormente fueron escoltados durante todo el día por la Ertzaintza para evitar que se repitiesen nuevos enfrentamientos entre aficionados violentos de los dos equipos.