Vitoria - Mendizorroza contra el líder. Un fortín contra el mejor. Podrían ser perfectamente los títulos que encabezasen los carteles anunciadores del partido que el sábado enfrentará al Deportivo Alavés con el Betis. Un duelo en el que medirán sus fuerzas un equipo que se encuentra en una racha excepcional actuando como local y otro que ha firmado una vuelta al calendario asombrosa y que tiene muy allanado su camino de regreso a Primera División tras las dudas del arranque del curso. Para El Glorioso se ponen en juego buena parte de sus opciones de seguir siendo un aspirante sólido al play off, mientras que para el conjunto verdiblanco será la oportunidad de propinar un fenomenal golpe sobre la mesa y, a buen seguro, poner todavía más tierra de por medio con respecto a sus más inmediatos perseguidores. Pocas dudas hay de que el sábado se podrá presenciar en Vitoria el que, al menos a priori, es uno de los duelos más interesantes que en estos momentos puede ofrecer la Liga Adelante por el elevado nivel demostrado en las últimas semanas por los dos contendientes que medirán sus fuerzas.
La mejoría reciente del Alavés viene marcada, sobre todo, por el sensacional rendimiento que está ofreciendo como local a lo largo de la segunda vuelta. La racha de seis partidos y otras tantas victorias tiene difícil parangón en la trayectoria del club en el fútbol profesional y hay que irse a la temporada del último ascenso a Segunda para encontrarse un registro mejor. Entonces, de la mano de Natxo González, el cuadro albiazul encadenó siete triunfos seguidos en el último tramo de competición que le sirvieron para asegurarse, por este orden, el primer puesto del grupo, el ascenso y el título de campeón de Segunda B.
En lo que va de año, la única derrota llegó en el fatídico partido contra el Mirandés, aunque aún peor sabor de boca dejó el duelo con el Las Palmas, en el que en los minutos finales se dejaron escapar dos puntos que parecían ya ganados. Desde entonces, coincidiendo con el nuevo giro al calendario, el equipo de Alberto se ha convertido en una auténtica trituradora en el estadio del Paseo de Cervantes. Seis victorias consecutivas (Leganés, Zaragoza, Mallorca, Osasuna, Racing y Tenerife), catorce goles a favor y solo uno en contra. Y, por encima de los números, una sensación de dominio abrumador en la mayoría de esos encuentros y un fútbol que ha entusiasmado al alavesismo y le ha permitido soñar con el play off de ascenso, además de, lo que es más importante, haber finiquitado el primer y único objetivo del curso con la consecución de la permanencia.
La comparativa con la primera vuelta al calendario resulta brutal, ya que en esos primeros once partidos en Mendizorroza el cuadro albiazul solo fue capaz de sumar tres victorias, cinco empates y tres derrotas. Con los 18 puntos que acumula en estos momentos, ya supera con claridad los 14 que logró entonces. Y todavía tiene por delante otros cuatro compromisos (el ya citado ante el Betis y los tres últimos frente a Ponferradina, Girona y Valladolid, todos ellos equipos que están metidos en la pelea por el ascenso directo o, como mínimo, por el play off) al amparo de su afición para seguir marcando distancias con esa versión anterior que no conducía a nada bueno.
trayectorias cruzadas Precisamente en el duelo de la primera vuelta contra el conjunto sevillano se vivió un particular cruce de caminos entre albiazules y verdiblancos. Rozaba el cielo el Alavés con su victoria en el Benito Villamarín y rozaba el ridículo el Betis. Y eso que en la clasificación el ganador (décimo) iba por detrás del perdedor (sexto). Tras ese gran triunfo vitoriano, se comenzó a hablar de play off. El batacazo, con un final de primera vuelta catastrófico, sería monumental. En el otro lado, esa dolorosa derrota provocó que en la Avenida de las Palmeras se agotase la paciencia con Julio Velázquez, dando paso el club andaluz primero a la etapa de interinidad de Juan Merino, saldada con cuatro victorias consecutivas, antes del deseado regreso de Pepe Mel.
El madrileño es toda una institución en el Betis desde su etapa como futbolista -“No diga gol, diga Mel”, recuerdan todavía los que le vieron como delantero- y como entrenador consiguió dar continuidad a su brillante trayectoria como futbolista. Fue él quien sacó al club verdiblanco del pozo de Segunda la última vez y también quien le devolvió a Europa. Eso antes de que la pasada campaña, con quince partidos jugados, la directiva ejecutase su destitución en contra del deseo de una afición que siempre tuvo a Mel en su mente y en quien confiaba plenamente para lograr una salvación que fue imposible. Por eso, su nombre fue el más repetido por el beticismo cuando se produjo la salida de Velázquez.
Manguera en ristre para aplacar todos los incendios, el preparador madrileño ha conseguido manejar a la perfección la batuta para que su particular orquesta desarrolle la sinfonía del ascenso. Cierto es que con buenos músicos, y los que atesora la plantilla bética son excelentes, es mucho más sencillo que la composición suene bien, pero algún mérito tiene también el encargado de dirigirla. Serenidad, seriedad, buen trabajo defensivo y provecho máximo de una pegada descomunal.
Del Betis que cayó con estrépito ante el Alavés en la primera vuelta al actual hay una galaxia de distancia. En catorce jornadas había sumado el cuadro sevillano 21 puntos y se encontraba a ocho de distancia del ascenso directo y del liderato. Hoy marcha líder de la Liga Adelante tras haber acumulado 47 puntos en los últimos veinte compromisos y lleva seis de ventaja sobre el segundo (Sporting) y tercer (Girona) clasificados. Una racha descomunal con una sola derrota por el camino -frente a un Leganés que realizó una exhibición en el Benito Villamarín- y que ha propiciado que el conjunto verdiblanco haya dejado ya muy allanado su camino de regreso a Primera División.
En ese transitar que se antoja cómodo, el Alavés quiere ser una piedra en el camino y se aferra a Mendizorroza como fortín para frenar al mejor de Segunda.