Los desplazamientos se han convertido para el Deportivo Alavés en un constante Via Crucis desde que el 23 de noviembre del pasado año se impusiese en su visita al Betis, donde consiguió su segunda -la primera fue ante Osasuna en la tercera jornada liguera- y hasta ahora última victoria como visitante. Desde entonces, en los ocho viajes que ha emprendido El Glorioso, su bagaje de puntos queda reducido a tres, procedentes de otros tantos empates. Ayer, en el Anxo Carro, el equipo albiazul encadenó su tercera victoria consecutiva a domicilio, por lo que se encuentra en su peor racha como visitante de todo el curso. Pero, pese a ello, del duelo contra el Lugo se pueden sacar lecturas positivas que pueden augurar un futuro bien diferente si se mantienen esas señas de identidad que el equipo ya había demostrado en Mendizorroza y que ayer, aunque son fortuna, exportó a tierras gallegas. Y es que, por mucho que se quedase sin un premio que fue merecido, el juego que desplegó ayer el cuadro alavesista fue mucho más ambicioso que en viajes precedentes.
El equipo de Alberto repitió ayer en líneas generales la imagen que dio en uno de sus últimos desplazamientos en los que mostró algo de brillantez. Fue en la vecina Ponferrada, en un partido en el que el Alavés tuvo contra las cuerdas al cuadro leonés durante muchos minutos. Lo mismo que ocurrió ayer ante el Lugo. Pero ya entonces en El Toralín fueron los errores defensivos, y la genialidad de Pablo Infante, los que impidieron que el viaje de vuelta a Vitoria fuese feliz. Los fallos en el sistema de contención se repitieron, e incluso ampliaron, ayer en el Anxo Carro y fueron los que impidieron que en este desplazamiento se consiguiese algo positivo.
Pese a ello, la versión de ayer de El Glorioso es de las que sirven para cimentar la esperanza. Nada que ver con los partidos jugados en Girona, Valladolid, Huelva, Barcelona, Sabadell o Palamós. Y eso a pesar de que en tres de ellos se acabaron sumando puntos. Con la imagen mostrada frente al equipo de Quique Setién, queda la sensación de que si esa actitud y ambición se hubiesen mostrado en desplazamientos precedentes la cosecha habría sido bastante más positiva que la obtenida.
Crecido por sus dos victorias consecutivas y asentado en una renta sobre el descenso que le aporta una enorme tranquilidad, los pupilos de Alberto salieron al césped a plantear una batalla de tú a tú a un equipo como el Lugo que gusta de amasar el balón. Le robó el esférico en tramos importantes del duelo y le puso en jaque con unas acometidas ofensivas que se convirtieron en una constante. Si en desplazamientos precedentes este equipo se las veía y deseaba para acercarse al área rival, ayer llegó mucho y acabó marcando dos goles. Esas dos dianas de Barreiro fueron insuficientes por culpa de esos problemas defensivos que vienen siendo una desagradable tendencia a domicilio, pero la derrota no tiene que eclipsar ni la mejoría ni el acierto con la senda a seguir en los próximos viajes.