vitoria - Si hay algo en lo que no existen dudas dentro del mundo del fútbol, es en que el gol es el valor más difícil de conseguir y, como consecuencia, el más preciado. Los delanteros ocupan año tras año las primeras posiciones en las listas de traspasos más importantes y sus contratos acostumbran a romper récords que apenas unos meses antes se antojaban inalcanzables. Es el alto precio que se paga por disponer de killers que garanticen un buen puñado de dianas que permitan aspirar -y conseguir- los objetivos fijados.
Pues bien el Deportivo Alavés, que la pasada campaña disponía del más mortífero de la categoría, se ha quedado completamente huérfano de pólvora. El conjunto albiazul se muestra incapaz de acercarse con peligro hasta las inmediaciones de las porterías contrarias y, para colmo, las escasas ocasiones que lo consigue acusa una alarmante falta de acierto.
La consecuencia inevitable son unos más que preocupantes registros ofensivos -desde que arrancó la segunda vuelta únicamente ha sido capaz de anotar dos goles (ambos en el duelo contra el Leganés) en los 270 minutos disputados- que han vuelto a hacer reaparecer las dudas sobre la solvencia de la vanguardia albiazul. Y es que, además, esas dos dianas más recientes no fueron obra de los delanteros sino de Toribio y Raúl García.
Una incertidumbre que también ha estado presente en el propio banquillo vitoriano puesto que, desde que arrancó el curso, Alberto no ha encontrado al candidato idóneo para liderar la vanguardia del Glorioso. Manu Barreiro, Ion Vélez y Despotovic se han repartido los minutos pasando con frecuencia de la titularidad al banquillo o incluso la grada sin que ninguno de ellos haya logrado ganarse la confianza del técnico. Así pues, mientras no regresen los goles, el debate continuará abierto.
El último goleador. El tanto que firmó en el último encuentro de la primera vuelta frente al Las Palmas (el tercero de su cuenta particular) es el último transformado por cualquiera de los delanteros del Alavés. Ha sido el más utilizado por Alberto en las últimas jornadas aunque unas molestias le devolvieron al banquillo en Barcelona.
Ostracismo poco comprensible. Con cuatro dianas es el que mejor balance presenta y además lo ha conseguido disfrutando de una menor dosis de minutos. Cuando parecía asentarse en el equipo Alberto lo desterró al banquillo y a la grada sin que haya trascendido ninguna explicación mínimamente convincente.
Entrega total, acierto escaso. Siempre lo da todo sobre el césped y su trabajo y entrega provocan muchos quebraderos de cabeza a las defensas rivales aunque su debe continúa siendo la definición. Recuperó la titularidad ante el Barcelona B tras unas semanas en las que Alberto se olvidó por completo de él.