Vitoria - Aunque todo el mundo en el entorno del Deportivo Alavés se ha pasado la semana haciendo cábalas y cruzando apuestas acerca de si se jugará esta tarde o si finalmente se suspenderá el partido contra Osasuna, en el vestuario albiazul lo único que ha pasado por la mente es preparar el duelo contra el vecino navarro de la mejor manera posible, teniendo en cuenta las circunstancias, para tratar de sumar una nueva victoria en Mendizorroza que aporte mayores dosis de tranquilidad y sirva para estirar hasta tres la racha de partidos consecutivos sin sufrir una derrota.
La semana para el equipo ha sido de todo menos normal. La inició combinando baloncesto y fútbol sala y no ha podido abandonar ningún día la práctica del deporte que es el hermano menor del propio. Cuatro han sido los entrenamientos del equipo desde que regresara de Huelva y ninguno de ellos ha podido realizarse en un campo de fútbol en condiciones. Es evidente que la preparación del choque contra Osasuna no es todo lo óptima que debería por no haber podido realizar ensayos y probaturas en un espacio de amplias dimensiones como el que va a haber esta tarde en Mendizorroza, pero no es menos cierto que el trabajo en espacios reducidos es una alternativa muy habitual en las sesiones de Alberto. Para todo lo demás, cabe esperar que el trabajo sobre la pizarra surta efecto para así poder paliar las deficiencias de una preparación del todo inusual.
Dejando a un lado esta cuestión para nada baladí, el Alavés se presenta al duelo con el vecino con las ganas de confirmar que la crisis con la que cerró 2014 y abrió 2015 está completamente finiquitada. Cierto es que su fútbol dista varias leguas de emocionar a nadie, pero al menos el equipo albiazul se ha vuelto efectivo y ha conseguido puntuar a pesar de llegar a aburrir hasta superar con creces la desesperación.
Esta recuperación tras la crisis ha llegado, principalmente, a través de la mejoría del rendimiento defensivo. Leganés y Recreativo no fueron capaces de superar a un Manu Fernández que a punto estuvo también de dejar su portería a cero frente al Las Palmas. La solidez y la seriedad atrás eran los puntos de base marcado en los albores de este proyecto y en cuanto se perdieron salieron a relucir el resto de los males que padece este equipo. Eso sí, cuando se pone al rival en dificultades para conseguir un gol, siempre es mucho más fácil sacar petróleo de alguna ocasión por aislada que sea.
Más allá de conseguir levantar de nuevo un muro delante de su portería, el Alavés tiene ante sí el reto de mejorar del centro del campo hacia adelante. Cierto es que nunca ha sido un dechado de virtudes en este apartado, pero en el arranque del curso su fútbol ofensivo era bastante más variado que el actual y el balón llegaba, en ocasiones, a circular con cierto criterio. Ahora el desplazamiento en largo y la espera de las acciones a balón parado se ha convertido en algo en exceso habitual y en los partidos venideros sería interesante recuperar la alegría y la chispa del arranque del curso.
Si se acaba jugando el partido, la alineación vendrá muy condicionada por el estado del terreno de juego, que con total seguridad no será bueno. Así, no sería de extrañar una apuesta por un equipo de un perfil muy físico en el que predominen los futbolistas que aporten ese punto más desde la vertiente de la fortaleza. Y es que un choque como el que se prevé esta tarde se va a decidir por detalles. O, seguramente, por errores. Ser mejor o peor poco influirá, ya que lo más importante será no cometer ninguna equivocación mortal y tratar de aprovechar alguno de los errores que tenga un rival que llega a Vitoria en su mejor momento de la temporada pero que ha salido derrotado ya en dos duelos directos.