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0-1, minuto 7. Igor. Balón que le llega cómodamente al vitoriano en la frontal y sin pensarlo demasiado saca un derechazo que roza a Beobide y sale pegado al palo.
0-2, minuto 20. Urko Vera. Nuevo balón perdido en la salida que le llega cómodo a Álex García, su centro lo remata desde el suelo Urko Vera y el balón golpea a Einar para hacer una paráboila y superar a Manu por arriba.
1-2, minuto 89. Barreiro. Falta que saca Castillo, peina Laguardia y controla el gallego para definir de un brillante disparo cruzado.
1-3, minuto 90: Barahona. Contra perfecta del Mirandés guiada por Pedro que le sirve en bandeja el tanto a un Barahona que solo tiene que empujar.
Amonestó a Álex García (minuto 36), Igor (minuto 54) y Kijera (minuto 69).
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Salida bochornosa. El Alavés protagonizó una puesta en escena impropia de sí mismo y en ese arranque nefasto tuvo su penitencia. El Mirandés aprovechó a la perfección sus dos primeras oportunidades y posteriormente el cuadro albiazul fue incapaz de sacar un rendimiento mucho mayor de sus aproximaciones. Remató en varias ocasiones, pero el gol llegó excesivamente tarde.
Vitoria - Si a alguien le llegan a explicar que a los jugadores del Deportivo Alavés les habían estirado las vacaciones navideñas durante una semana más de lo previsto, seguramente no se lo hubiese tomado a broma viendo el esperpento de inicio de partido que se marcó ayer el equipo de Alberto. Si algo no se le ha podido achacar en ningún momento a este Glorioso es falta de actitud o escasez de compromiso. Pues bien, el ejercicio de despropósito perpetrado en los primeros veinte minutos ante el Mirandés echan por tierra esa afirmación. Un equipo el albiazul que solo fue el holograma de sí mismo, triste, apático e incapaz de hacer algo sensato con el balón. Y el cuadro rojillo no dudó a la hora de aprovechar semejante regalo. Para cuando los alavesistas se quisieron despertar los puntos ya habían volado. De nada sirvió la reacción y el empuje que vinieron a continuación. Dos goles son mucha desventaja. Y más para un Alavés al que marcar le cuesta un mundo. Lo hizo en el minuto 89, ya a la desesperada. Pero ni sesenta segundos necesitó el de nuevo desagradable vecino burgalés en marcar de nuevo y asegurarse el triunfo.
No había espacio a muchas dudas en un once inicial en el que las dos únicas novedades con respecto al que cerró el año en Girona fueron los regresos de Ion Vélez a la punta del ataque y Sangalli a la banda derecha para suplir a Despotovic y Juanma. Todo lo demás se mantuvo inalterable, siguiendo así con esa línea de introducir siempre variantes mínimas que Alberto ha propugnado a lo largo de todo el curso. Hasta ahí todo normal. La que fue verdaderamente extraña fue la puesta en escena de un Glorioso que acostumbra a poner coto al área rival en los primeros minutos de cada partido en Mendizorroza, pero que ayer saltó el césped completamente aletargado, cometiendo múltiples errores con el balón y quedando a merced de un Mirandés con las ideas muchísimo más claras.
Con tanto despiste e imprecisión y con un nivel de concentración y esfuerzo más propio de un bolo navideño que de un partido oficial, el cuadro rojillo no tardó en encontrar premio. Un error en la salida de Toti propició la recuperación burgalesa y el equipo de Terrazas llevó el balón con comodidad a los pies de un Igor que no encontró impedimento alguno para sacar un derechazo desde la frontal imparable. En el minuto 7, jarro de agua fría. Y ni de lejos se puede decir que no fuese merecido vista la pasiva actitud de un equipo que deambulaba indolente por el terreno de juego.
El daño ya estaba hecho. Ante equipos como el Mirandés conceder un gol es signo casi seguro de no sacar nada positivo al final. Pero, más allá de un duro disparo de Sangalli que sacó Razak, tampoco fue capaz el cuadro albiazul de despabilarse a pesar de saberse de lleno dentro de una complicada tesitura. La indolencia mantuvo su reinado y así llegó el segundo tanto visitante en un nuevo balón perdido en la salida y que Urko Vera acabó rematando solo a pesar incluso de haberse resbalado cuando centró Álex García.
Hasta ahí le llegó la paciencia a Mendizorroza, que se enfadó como nunca antes esta temporada con su equipo. Ganar o perder está dentro de los finales posibles de un guión, pero lo que nunca le va a perdonar esta afición a sus jugadores es que no lo den todo en el verde. Y ayer ni de lejos lo hicieron en unos primeros veinte minutos vergonzosos.
Debieron darse cuenta entonces los albiazules que estaban perpetrando un ridículo bochornoso y ya con el 0-2 decidieron que llegada era la hora de quitarse las legañas. Alberto también lo vio negro y prescindió de Galán para dar entrada a Barreiro a la media hora. Llegó antes del descanso una serie de buenas oportunidades ante un oponente obligado a plegar velas ante ese arranque de empuje, pero no se pudo recortar la desventaja antes del intermedio.
Con el correr de la segunda parte la cuestión estaba en ver hacia que lado se desequilibraba definitivamente la balanza. Buscaba con denuedo el Alavés el gol de la esperanza y afilaba las garras el Mirandés en pos de hacer aún más sangre. Un tanto local reabría el partido; uno visitante lo sentenciaba.
El juez de línea anulaba en el minuto 64 un gol de Barreiro y en el 66 era el colegiado quien invalidaba un tanto de Einar. Se volcaba definitivamente el Alavés ante un rival que ya se dedicaba únicamente a resistir. El tiempo corría del lado rojillo, pero Barreiro le ponía un poco de salsilla con una diana en el minuto 89 que reanimó Mendizorroza. Por muy poco tiempo, ya que ni siquiera un minuto después sentenciaba Barahona y hacía bueno el regalo alavesista en unos primeros veinte minutos vergonzosos.
Volvió a marcar de nuevo, le anularon otro gol y disfrutó de varias de las mejores ocasiones de un equipo bastante falto de recursos arriba. Es del todo inexplicable que no juegue más.
La bajada de rendimiento defensivo del Alavés en los últimos partidos viene marcada, en parte, por su bajo nivel en el centro del campo, donde ha perdido la fiabilidad que aportaba.
Inicio vergonzoso. El Alavés pareció haber olvidado la hora de inicio del partido y protagonizó un arranque bochornoso en el que concedió todas las facilidades del mundo a un Mirandés que aprovechó tanta concesión para ponerse 0-2.
Sin puntería. El cuadro albiazul disfrutó de sobradas ocasiones para llevarse algo positivo, pero de nuevo se chocó con su falta de acierto y con un colegiado en exceso puntilloso.