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1-0, minuto 26: Richy. Falta desde el lateral izquierdo que golpea Richy y su lanzamiento golpea en Juli variando la trayectoria y sorprendiendo a Manu Fernández.

1-1, minuto 38: Galán. Falta lateral desde la derecha servida magnífica por Castillo y Galán se adelanta a la defensa para cabecear fuerte e imparable.

2-1, minuto 89: Sandaza. Falta directa de Jandro que golpea en el palo y Sandaza se adelanta a la defensa para marcar a placer.

2-2, minuto 91: Juli. Saque de falta de Manu Fernández desde el centro del campo que devuelve Manu García al área pequeña donde aparece Juli para marcar solo.

Amonestó a Einar (minuto 16), Manu Fernández (minuto 25), Lejeune (minuto 35), Beobide (minuto 67), Toribio (minuto 76) y Juli (minuto 87).

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Que al Deportivo Alavés no le ha acompañado la fortuna en toda la temporada es algo evidente. Que su juego le ha dado para tener en su casillero algún punto más de los que actualmente refleja, también. Que ayer en Girona se le apareció de repente toda esa suerte que en tantas ocasiones le ha dado la espalda es algo que tampoco se le escapa a nadie con un poco de lucidez. El Glorioso se vio superado en Montilivi casi de principio a fin, incapaz de frenar a un oponente tremendamente ofensivo pero con la mirilla desajustada y también de morder a la contra aprovechando los enormes espacios que dejaba el rival. Apareció la fortuna y vino a través del acierto, por fin, en las jugadas a balón parado. Dos dianas y las dos en la estrategia. Mucho punto. Y muy bueno.

La única duda en el once inicial de Alberto radicaba en conocer la identidad del sustituto del lesionado Vélez en punta y el preparador albiazul optó por Despotovic y también por un pequeño retoque táctico, prescindiendo de la doble referencia arriba y regresando al 4-2-3-1 para fortalecer el centro del campo ante un oponente que, con tres centrales, acumula muchos jugadores en la zona ancha. Y en unos primeros compases en los que el Girona salió a por todas, le tocó al Alavés pasar apuros con el juego directo del rival buscando a los interminables Sandaza y Mata, aunque el cuadro vitoriano consiguió equilibrar las sensaciones casi de inmediato con un par de aproximaciones de peligro que generaron dudas en el local. Las mismas, desgraciadamente, solo supusieron un episodio pasajero que apenas duró unos minutos. El cuadro albiazul evidenció unos problemas muy graves con el balón, sufriendo varias pérdidas en zonas de compromiso que pusieron en jaque a su entramado defensivo. Balones regalados, salidas muy rápidas y peligro constante en torno a la portería defendida por un Manu Fernández. El sufrimiento era una constante y Alberto incluso varió tácticamente hacia el 4-4-2.

El equipo de Machín desmontó por completo el sistema de presión con el que El Glorioso ahoga habitualmente sus rivales. En cuanto se vio amenazado, desplazamiento en largo. Esa sensación de amenaza constante propició que el entramado de contención albiazul se desmoronase y se cometiesen errores desconocidos. Como el de Manu Fernández midiendo mal una salida y provocando una peligrosa falta al borde del área que Richy convirtió en gol tras rozar su disparo en Juli y desequilibrar al meta asturiano.

Zozobraba el equipo de Alberto en los que con total seguridad fueron sus peores minutos de la temporada, pero en esta ocasión se encontró el Alavés con un salvavidas inesperado. Un oasis en el desierto. Un gol en jugada de estrategia. Lo nunca visto antes este año. Un servicio maravilloso de Castillo mejor rematado aún por Galán ponía el empate en el marcador y hacía revivir a un conjunto ahogado por la verticalidad de un rival que aún tuvo en pies de Mata, con gran parada de Manu Fernández, la opción de llevarse al descanso la ventaja por la que tanto había trabajado. Por una vez El Glorioso se llevaba más premio del merecido. Cosa extraña.

Una ocasión de Despotovic en el inicio del segundo acto dio a entender que algo iba a cambiar en el guión. Nada más lejos de la realidad. El torrente de ocasiones del cuadro gerundense que vino a continuación fue de las de cortar la respiración. El equipo de Machín se volcó y se hartó de rematar, pero sin encontrar portería. Incluso los cambios locales fueron para buscar atacar todavía más ante un conjunto vitoriano incapaz de sacudirse el peligro por su incapacidad para sacar una contra decente.

Cuando todo anunciaba el empate, con el Girona ya extenuado y el Alavés claramente satisfecho -la entrada de Manu García por Despotovic fue un claro aviso de intenciones-, la locura se instaló en el césped. El conjunto catalán halló el acierto en el rechace de una falta que Sandaza embocó con tranquilidad. Se acordó entonces El Glorioso de que para marcar hay que atacar y ya en el descuento logró de nuevo la igualada, otra vez a balón parado. Un saque lejanísimo del portero a la cabeza de Manu García y devuelto al área para la ejecución de Juli. Toda la fortuna que ha faltado a lo largo de todo el curso apareció en Montilivi de repente para así rescatar un punto. Ver para creer.

Superado. El Alavés protagonizó su peor partido de la temporada y se vio asfixiado en todo momento por un Girona que campó a sus anchas por Montilivi y disfrutó de innumerables ocasiones de gol. Acertó en dos en sendas faltas, pero en acciones de juego llevó muchísimo peligro ante un cuadro vitoriano incapaz de sacar contras y quitarse la presión.

Acierto en la estrategia. El Alavés se salvó con dos goles a balón parado. Por fin le funcionó el juego de estrategia al cuadro albiazul y Galán y Juli aprovecharon dos buenas ejecuciones para conseguir dos dianas que sirvieron para rescatar un punto.

Falta de ambición. El Alavés sufrió muchísimo ante el Girona en su peor partido de la temporada, pero al final se acabó llevando un punto. Pero la victoria podría haber sido una realidad de haber mantenido el cuadro vitoriano sus señas de identidad habituales y, sobre todo, de haber sido un poco más ambicioso en una segunda parte en la que el rival dejó muchos espacios que no fueron aprovechados.