Vitoria - Se encuentra el Deportivo Alavés en el momento más delicado de la temporada tras haber acumulado una racha negativa con tres derrotas consecutivas -dos en Liga y otra más en Copa- y se encuentra el cuadro albiazul buscando árnica que le permita suturar la herida y cerrar la hemorragia por la que ha empezado a desangrarse. La solidez que el conjunto vitoriano había mostrado a lo largo de todo el curso se ha venido abajo cual castillo de naipes en una semana negra que hay que olvidar cuanto antes. Y el único remedio fiable para pasar página cuanto antes y evitar entrar de lleno en el bucle de las urgencias no es otro que volver a degustar una victoria que en Mendizorroza se resiste desde tiempos inmemoriales. Concretamente, desde el 18 de octubre. Casi dos meses se han cumplido ya. Desde entonces, el invierno ha llegado a la capital alavesa. Y también al rendimiento de un Glorioso que ha perdido en apenas una semana el margen de seguridad que se había ganado con su anterior trabajo de laboriosa hormiga. Toca de nuevo buscar alimento y nada mejor que hacerlo ante un Albacete que engaña a pesar de encontrarse en una situación complicada en la clasificación. El cuadro manchego arrancó con el motor gripado, pero en las últimas jornadas su rendimiento ha mejorado mucho y ha enseñado unas bazas que se han demostrado competitivas en la pelea por la permanencia. Ante ello, el Alavés tiene la obligación de hacerse, por fin, poderoso como local para no seguir perdiendo sangre y encarar el período vacacional con cierto margen para la calma.
Es precisamente en Mendizorroza donde se encuentra el gran problema de este equipo que tiene unos problemas enormes para imponerse como local. Los 10 puntos cosechados hasta la fecha son una cifra excesivamente baja que solo empeoran otros cuatro equipos en la Liga Adelante. Y ese bajo rendimiento en forma de puntos viene marcado por la escasa efectividad que tiene el ataque albiazul. Siete goles en los ocho partidos disputados en el estadio del Paseo de Cervantes, un registro que solo tiene por debajo el de un Llagostera que lleva camino de batir algún récord por sus serios problemas arriba. Pero los avatares del cuadro gerundense no son de la incumbencia de una parroquia alavesista que ni siquiera celebra un tanto de media de su equipo, al que lleva sin ver marcar desde el infausto duelo con el Alcorcón del 1 de noviembre. Sporting y Numancia regresaron a sus domicilios imbatidos y con un empate y una victoria en sus respectivos zurrones. Muchos puntos que han volado ya de Vitoria, ya que el equipo de Alberto solo ha conseguido ganar dos partidos en casa.
Se atasca en cuadro albiazul cuando ejerce de local. Sobre todo por su falta de pegada en los metros finales. Los guiones de los últimos partidos son bastante similares con arrancadas plenas de poderío en busca del desequilibrio en el marcador, pero cuando el gol no llega, lo que suele ser habitual, en la igualdad de fuerzas el equipo vitoriano se muestra falto de recursos para generar remates.
En este sentido, habrá que ver cómo moldea Alberto un once inicial en el que acostumbra a realizar algunos pequeños retoques de semana en semana. Una de sus últimas novedades ha sido la inclusión de Raúl García como extremo izquierdo, una solución rentable a domicilio pero que no convenció en casa. Eso sí, donde reside la gran duda en estos momentos es en la posición de delantero centro. El trabajo de Ion Vélez es innegable y como recurso fuera ha funcionado muy bien, pero en Mendizorroza al punta hay que exigirle algo más que correr. Hace poco más de un mes Barreiro se erigió como esa figura desequilibrante capaz de resolver los partidos a base de calidad, pero al gallego le falta continuidad y también un punto más de compromiso en el trabajo del colectivo. No sería extraño, por esa misma razón, que el preparador irundarra apostase por dar una nueva oportunidad a un Despotovic que en los pocos minutos que ha jugado ha demostrado una gran capacidad rematadora y, al tiempo, también sacrificio defensivo.