vitoria - Trece jornadas después transita el Deportivo Alavés por la Liga en una suerte de limbo que ni le hace mirar hacia lo alto de la tabla ni tampoco, de momento, con demasiada preocupación hacia los infiernos, un escenario que la pasada campaña visitó con angustiosa frecuencia. La culpa la tienen los cuatro empates registrados en el último mes y, sobre todo, la falta de dinamita en ataque donde la sombra de Borja Viguera -el año pasado sostuvo al equipo con 25 tantos- continúa siendo demasiado alargada. Los goles de Manu Barreiro resultan del todo intermitentes mientras que el expertisse de Ranko Despotovic, el otro nueve de El Glorioso, tampoco viene ofreciendo garantías de cara a gol, algo parecido a lo que le ocurre al navarro Ion Vélez, punta o mediapunta batallador y portador de numerosas virtudes en favor del conjunto entre las que lamentablemente no se encuentra la de ser un killer del área. Mucho trabajo, poca dinamita.

En este contexto, el Deportivo Alavés firma a estas alturas del campeonato 16 puntos -tres victorias, tres derrotas y siete empates- que le sitúan, de momento, en tierra de nadie. Ese peligroso escenario donde uno no sabe si mostrarse tranquilo por el rosario de equipos a los que supera en la tabla o precisamente por todo lo contrario, por comprobar que las distancias con los de arriba resultan cada vez más difíciles de recortar. Y mucho menos si es a base de empates, como resolvió ayer el defensor Ernesto Galán: “Los empates al final te hunden en la tabla, pero tenemos que mejorar”.

La enésima oportunidad para hacerlo llevará este domingo a la escudra de Alberto al Benito Villamarín, a Sevilla, donde un Betis irreconocible necesita ganar para templar las siempre efervescentes aguas béticas. De lo contrario, corre serio peligro su entrenador, Julio Velázquez, incapaz hasta la fecha de sacar todo el rendimiento posible a una plantilla confeccionada a golpe de talonario. Y en esta particular marejada futbolística, tradicional en la esfera andaluza, espera poder pescar el Alavés, que podrá contar con Sangalli y Unai Medina una vez cumplidos sus respectivos encuentros por sanción.

Está por ver si Alberto vuelve a revolucionar el once inicial como ya hizo ante el Sporting de Gijón en un claro guiño defensivo, o si regresa a sus orígenes con un doble pivote y una línea de cuatro atrás con Medina, Laguardia, Migue y Raúl García. Sea como fuere, parece que el respaldo del vestuario a este tipo de decisiones técnicas no presenta de momento fisura alguna, como reflejó ayer en sala de prensa Galán. “Tampoco creo que el once del pasado sábado fuese tan defensivo; sabíamos dónde les podíamos hacer daño y la única pega fue que no pudimos marcar gol, que es lo único que nos falta”. Y está por ver también si Alberto, de no producirse una victoria balsámica ante el Betis, consigue templar las aguas que comienzan a enturbiarse en el entorno albiazul, que hasta la fecha ha comprobado cómo su equipo no ha sido capaz de sumar ni el 50% de los puntos posibles en Mendizorroza, un dato significativo que exige una respuesta inmediata. El domingo, en el histórico Villamarín, El Glorioso no tiene otro camino que comenzar a sumar de tres en tres si no desea sufrir de taquicardia y sí obtener la redención.